¿Volverán los días fríos en Lima? Senamhi aclara

A tres meses, Ucrania y la globalización fría

“Como el friaje, los más perjudicados serán los menos preparados, sean pobres o descuidados. Fácil adivinar en qué categoría calza el Perú”.

La guerra de agresión que Rusia inició hace casi noventa días contra Ucrania continúa cobrando vidas, directa e indirectamente. La inflación creciente a nivel global tiene en esta guerra uno de los factores críticos, junto con la estrategia de covid cero dinámico de China, cuyo sentido es más político que de política pública. Más allá de las malas decisiones de nuestro Gobierno, el Perú está expuesto a estas condiciones y la situación económica se agravará conforme la economía global siga sujeta a estos problemas.

Ucrania, por ejemplo, produce 46% del aceite de girasol del mundo, el cual no puede cosecharse o exportarse por la invasión rusa; Rusia produce el 23%, que ahora está bajo régimen de sanciones. Más allá que los consumidores finales podamos cambiar a otros aceites, los productores de sinnúmero de otros bienes de consumo (esas papitas fritas, por ejemplo) han ajustado sus procesos al aceite de girasol y la carencia del insumo encarece y complica el resultado final.

Ucrania se convierte así en la causa del quiebre geopolítico de la globalización (China está desequilibrando la parte propiamente productiva). La decisión rusa de invadir para “protegerse de OTAN” ha desequilibrado fundamentalmente el funcionamiento de la economía, basado en el libre flujo de mercancías y servicios, al que nos habíamos acostumbrado. Cambios en la inversión pública hacia el gasto militar, aumento de costos de combustibles en Europa, reducción del consumo suntuario en Rusia, todo se alinea alrededor de una globalización mucho menos fluida y, sobre todo, con un conflicto político innecesario, decimonónico, como desestabilizador.

Sin embargo, no estamos ante un conflicto por el dominio global, una crisis existencial entre superpotencias. Ni Rusia ni mucho menos China están en peligro de ser vencidas por los EE.UU. y sus aliados; una victoria militar es imposible ante un rival capaz de destruir el planeta con sus armas nucleares. China tiene su propia ruta que no necesita conflictos militares; Rusia no puede ni siquiera derrotar a su vecino, solo abusar de él. Este estancamiento militar normalmente debería significar cooperación política; suena impensable que tal cosa ocurra por ahora.

Estamos pues ante una globalización fría: un sistema mundo que no logra funcionar, que nadie quiere realmente reemplazar, y que nadie sabe cómo componer; una coyuntura que agobia los sistemas de gobierno y tensa la economía hacia el gasto militar, mientras se trata de parchar los agujeros comerciales necesarios para restaurar algo del orden preexistente. Como el friaje, los más perjudicados serán los menos preparados, sean pobres o descuidados. Fácil adivinar en qué categoría calza el Perú.

Eduardo Villanueva Mansilla

Profesor principal del departamento de Comunicaciones de la PUCP. Investiga sobre política y desigualdades digitales, y el contacto de estas con prácticas de la cultura digital, desde memes hasta TikTok.