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Otro Abimael

“Cerrón parece pensar que su paso por una beca cubana y el chiripazo de la victoria de Pedro Castillo lo convierten en una suerte de estratega de la revolución leninista (léase estalinista) peruana”.

¿Qué es la “vía no pacífica”? Evidentemente es la vía violenta, mediante la cual Vladimir Cerrón está dispuesto a imponerle un momento constitucional al país. Por tanto, lo que propone el SG de Perú Libre es un asalto a la institucionalidad, en vista de que ella no le da la razón a sus delirios revolucionarios.

¿Eso era el famoso plan B? ¿Convertir el despecho de un político pretencioso en la amenaza de que recurrirá a la violencia? Varios periódicos le han dado sus primeras planas, expresando sorpresa e indignación. La sorpresa está de más, pues hace tiempo que Cerrón y algunos de sus adús vienen hablando de imponérsele al país por la fuerza.

¿Es ese violentismo de última instancia lo que enseñan en las jornadas de adoctrinamiento presentadas como escuelas de formación en PL? Los episodios de Sendero Luminoso y el MRTA están demasiado frescos como para ignorarlos en cualquier defensa de la violencia.

La idea de lo no pacífico pone sobre la mesa la vía militar para alcanzar objetivos. Cerrón parece pensar que su paso por una beca cubana y el chiripazo de la victoria de Pedro Castillo lo convierten en una suerte de estratega de la revolución leninista (léase estalinista) peruana. Estratega entonces y ahora quiere decir cuentista.

Nos encontramos, pues, ante una propuesta de toma violenta del poder, pues el embustero Lenin nos enseña que eso es exactamente una Constitución impuesta como una forma de asalto. Sin embargo, hasta donde entendemos, Cerrón carece de toda capacidad o fuerza militar. Pero en este casi si tiene un plan B frente a sí mismo.

Este plan parece consistir en usar una asamblea constituyente frustrada en una máquina de hacer promesas electorales. Cómo se conciliaría esto con la implícita promesa de lanzarse a la lucha armada, no hay manera de saberlo. Cerrón es un político al toque, que se mueve entre varias paradojas.

Allí está la fantasía de que el poder del Estado obtenido por la vía electoral puede llevar a la captura violenta de la Fuerza Armada. El Perú no es la Cuba de Batista a fines de los años 50. Cerrón debería ofrecerle al país una explicación convincente sobre su “no pacifismo” constitucional.

La República

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