Así quedó la tabla de posiciones del grupo A en la Libertadores

Impropiedad intelectual

“Por el camino Castillo se ha ido volviendo errático, y se nota que concibe la política como una seguidilla de actos individuales, sin contacto entre ellos. Así, se dedica a traicionar sus propias palabras en una variedad de temas. Quitarse el sombrero no lo ha mejorado en lo más mínimo”.

El sombrero ha sido reemplazado por una suerte de cara de palo un poco molesto. Las invocaciones al pueblo han sido sustituidas por respuestas a quienes lo critican. En muchos casos simplemente no ha respondido, pasando el encargo a algún abogado con ánimo sofista. Con su imagen de estos días Pedro Castillo no podría ganar una elección distrital.

Consideremos el plagio. La única respuesta inicial de Castillo a la acusación fue sostener que la tesis en manos del periodismo no era la verídica. Cuando la Universidad César Vallejo lo desmintió, entonces entró a tallar otro de esos verbosos abogados presidenciales, con su bolsa de argumentos especiosos.

El abogado dice que la culpa del plagio no es del tándem Castillo-Paredes, sino más bien de la UCV y sus representantes, que lo dejaron pasar. Esto incluye al asesor de la tesis, quien debió enseñarle al futuro magíster qué son las comillas, y en qué ocasiones se utilizan. Así la falta sería solo de ignorancia, que no es poco en una tesis.

Por el camino la presión de sus errores está desdoblando a Castillo. Quienes lo han visto en privado aseguran que el episodio del plagio lo tiene sumamente preocupado y nervioso. Para el gran público aparece como alguien cuya única preocupación son las calumnias de sus enemigos. Posible producto del coaching de sus abogados.

Lo del plagio ha sido para Castillo una desagradable sorpresa. Las famosas reuniones con sus ministros en el interior eran una perfecta distracción y un buen simulacro de confluencia con lo popular. El plagio ha llevado la política de vuelta a Lima, y concentrado los reflectores sobre la figura de Castillo.

Es poco probable que el engaño a la UCV, a la comunidad académica magisterial y al Estado le cueste el puesto a Castillo. Pero el desprestigio por lo cometido lo va a acompañar por un largo tiempo. Siempre habrá quien, con ánimo defensor a medias, dirá que haber plagiado y cobrado la consiguiente bonificación no ha sido su peor defecto.

Por el camino Castillo se ha ido volviendo errático, y se nota que concibe la política como una seguidilla de actos individuales, sin contacto entre ellos. Así, se dedica a traicionar sus propias palabras en una variedad de temas. Quitarse el sombrero no lo ha mejorado en lo más mínimo.

La República

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