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¡Pero cómo se parecen!

“Es conmovedor que en medio de esta situación Pedro Castillo y Vladimir Cerrón crean, si realmente creen, que sus fichas izquierdistas van a avanzar en los tiempos venideros. Por lo pronto sus bancadas votan cada vez más con la derecha, y para consolarse orientan sus lanzacohetes Katiuska hacia los izquierdistas de todo tipo”.

La derecha está descubriendo que no es necesario perder el sueño intentando sacar de en medio a un presidente supuestamente izquierdista. Basta con encontrar los puntos de coincidencia ideológica con los izquierdistas para meterlos en la bolsa derechista. Hay en eso algo suicida, de los dos lados de la divisoria política.

En estos días la derecha está subiendo a los demás sectores ideológicos a la plataforma de sus temas favoritos. Dos de los temas más recientes son la educación como negocio, y la ignorancia sexual como propuesta. Quizás es un error referirnos a “los demás sectores”, pues toda la política viene demostrando estar en lo mismo.

Es conmovedor que en medio de esta situación Pedro Castillo y Vladimir Cerrón crean, si realmente creen, que sus fichas izquierdistas van a avanzar en los tiempos venideros. Por lo pronto sus bancadas votan cada vez más con la derecha, y para consolarse orientan sus lanzacohetes Katiuska hacia los izquierdistas de todo tipo.

Pero no hay contradicción en eso. Muchas de las ideas que la derecha está imponiendo desde el Congreso son moneda corriente en dictaduras latinas que se consideran izquierdistas, y hasta socialistas. Por eso quizás los paisanos sienten que avanzan con los ataques a la calidad educativa o la educación sexual en las aulas.

Mirar lo que viene sucediendo como una historia de ideologías en pugna, reales o ficticias, es exponerse a una creciente confusión. No votan juntos solo porque tienen amarres. Votan juntos sobre todo porque son lo mismo: ávidos equipos populistas camino de alguna de las formas de dictadura disponibles para políticos sin escrúpulos.

En ese camino el enemigo público N°1 para los partidos del Congreso es el liberalismo, con su defensa de los derechos individuales, de la modernidad intelectual, y su rechazo de todo dogma, eclesial o partidista. Todo eso hoy el político de la planilla pública lo engloba en la palabra caviar. Pero es al liberalismo que están atacando.

A la luz de lo dicho aquí hasta ahora la consigna “que se vayan todos” enriquece su significado. Por lo pronto invita a decir más bien “que se vayan todos juntos”. Cabe investigar ahora si en su falsa confrontación estos sectores se están debilitando o fortaleciendo entre ellos.

La República

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