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Repensar las maternidades, por Lucia Solis

“Hay maternidades trans, no binarias, racializadas, marginalizadas. Hay maternidades que buscan a sus desaparecidas y sus desaparecidos, (…) felices, con matices, solitarias, acompañadas, no deseadas, libres. Hay maternidades frustradas por un feminicidio”.

¿Puede haber algo más complejo que la maternidad? Comienzo a creer que no. La ejerzas o no, se trata de un aspecto entramado de miedos, expectativas, culpa, abordajes políticos, sociales, anatómicos y feministas que no resuelven dudas pero que dejan una laguna infinita de cuestionamientos. Y menos mal que es así. La maternidad no puede seguir siendo aquello que hay que abolir ni imponer. Ninguna mujer es cómplice del patriarcado por querer ser mamá. Ninguna mujer lo es menos por no contemplar la maternidad en sus proyectos de vida.

Hay mujeres que, siendo madres, no quieren serlo. Y es normal. Hay quienes sienten mayor satisfacción invirtiendo en un negocio propio, en un viaje, en un auto, en la posibilidad de trabajar en el extranjero o en cursar una maestría que pensando en la posibilidad de ser mamás. Y no está mal, ni son ‘’etapas’'. Hay mujeres que no, simplemente no. El instinto maternal es ese concepto con el que crecimos desde niñas y que condiciona nuestra vida si no es cuestionado. Se trata de deseo, no de naturaleza.

Pero hay quienes eligen la maternidad y la abrazan con el alma y publican videos avisando a sus familiares y son emotivos y hermosos y tiernos porque así es cuando hay libre determinación. Hay mujeres que sí. Hay mujeres que luchan por su maternidad, que esperan, que se someten a tratamientos costosos, desgastantes y dolorosos. Hay quienes son felices siendo madres incluso en los momentos más duros. También están quienes querían tener, al menos, la opción de volver a ser madres antes de que las esterilizaciones forzadas de Fujimori, Aguinaga y compañía, aquella política racista y clasista (y aún impune) atentara contra su propia autonomía.

Hay maternidades trans, no binarias, racializadas, marginalizadas: ‘’¿Por qué sigues teniendo hijos si eres pobre?’’. Hay maternidades que buscan a sus desaparecidas y sus desaparecidos, hay maternidades felices, con matices, solitarias, acompañadas, no deseadas, libres. Hay maternidades frustradas por un feminicidio. Hay maternidades con discapacidad. Hay maternidades plenas, tristes, con culpa. Hay maternidades adoptivas. Hay abuelas, amigas, tías y hasta hijas que son madres de sus madres.

Hay de todo: lo que hay que celebrar y lo que hay que erradicar. Porque la maternidad, cuando es impuesta, también puede ser una forma de tortura. De hecho, en el Perú, durante 2021 se reportaron 1436 niñas menores de 15 años que fueron madres. Según datos de UNFPA, sieta de cada diez niñas que atraviesan esta situación se ven obligadas a dejar los estudios perjudicando futuras oportunidades laborales y de crecimiento. Tampoco es que haya demasiada opción. En este país que el domingo celebrará a sus madres, el aborto terapeútico es una ley ignorada y el derecho a la interrupción libre del embarazo; una quimera, situación que no solo provoca odio y estigma, sino que también puede llevar a la muerte a miles de niñas, adolescentes, mujeres y personas gestantes.

Que este 8 de mayo nos lleve a complejizar y pensar en las maternidades… en todas las maternidades. Que podamos hacer de esta fecha, además de una ocasión para el amor y la ternura, una día de lucha y reivindicación. Para que la maternidad sea elección y no destino. Para que se reconozcan los cuidados que derivan de ella. Para mi suegra. Para mis abuelas. Para mi madre.

Lucia Solis Reymer

Casa de Brujas

Periodista y editora de género en Grupo La República. Licenciada en Comunicación y Periodismo por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y máster en Estudios de Género por la Universidad Complutense de Madrid.