Herbert Rodríguez
“Se trata de un artista reconocido desde hace decenios, y dentro de ello un nombre importante en la vanguardia plástica que se inicia en los años 60″.
El arte es mucho más polémico de lo que parece. Por lo pronto viene siendo piedra de escándalo desde que la aparición de los impresionistas anunció que pronto llegaría el arte moderno, cada vez con más polémicas. Parte del motivo de esto es que casi todos tenemos una idea propia de qué es artístico y qué no.
El más reciente ejemplo peruano ha sido la andanada de ataques al envío peruano seleccionado para la Bienal de Venecia 2022, una obra en varias piezas, de Herbert Rodríguez. Se trata de un artista reconocido desde hace decenios, y dentro de ello un nombre importante en la vanguardia plástica que se inicia en los años 60.
Quienes enviaron a Rodríguez a Venecia son experimentados conocedores de lo artístico, lo cual no exime a sus decisiones de discrepancias. Pero ni ellos ni su elección del año merecen el tipo de vejamen que han intentado llevar adelante algunas voces, por lo general perfectamente vírgenes en asuntos de arte.
Los cargamontones en la plástica son recurrentes, y pueden ser bastante ácidos. Hace no mucho tuvimos uno sobre el tema de los murales espontáneos en las calles. Pero no fue propiamente una polémica artística sino una censura de las autoridades, apoyada por algunos medios y una parte del público.
La discusión en torno de lo artístico no es propiamente la polémica artística. Esta última supone un intercambio entre personas dedicadas al arte en alguno de sus aspectos. Yohann Turbet ha llamado a la polémica artística “un arma de comunicación masiva”. Es cierto. Cuando hay debate en el arte, el público para la oreja.
Dos polémicas artísticas han hecho historia entre nosotros. Una fue en torno a la pintura indigenista, y que vista desde hoy quizás nos parece más ideológica que artística. Bienvenidos en los años 20, los discípulos de José Sabogal fueron denostados en los años 40, y su nacionalismo considerado arcaico.
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La otra polémica fue en torno de la pintura abstracta, que algunos aquí ni siquiera consideraban arte. Ambas discusiones a la postre sirvieron para promover a los creadores cuestionados. Aparte del prestigio de haber ido a Venecia, Rodríguez tiene ahora además el de haber sido atacado apasionadamente.
Estamos viendo a sus cuadros volverse cada día más interesantes.
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