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Tenencia sin violencia

Una tenencia compartida obligatoria sin perspectiva de género deja en peligro a miles de madres, niños y niñas. Y, además, ignora la existencia de la violencia contra las mujeres como una problemática sistémica.

La gobernabilidad en el Perú pende de un hilo. No importa cuando leas esto.

El escenario es penoso. Hay bandos, narrativas peligrosas y efectos gravísimos que podrían tomar años revertir. Hay quienes, incluso, se sienten muy cómodos con la agenda golpista de sectores de derecha y del ‘’centro’' peruano y que no tienen reparos en contribuir con sus argumentos a iniciativas que buscan hacer caer al Gobierno.

Y aunque el Estado actual viene demostrando poca o nula capacidad de gestión, empatía y hasta de criterio en sus decisiones, lo cierto es que no es necesario que nos comparemos con Venezuela -la vieja confiable- para dimensionar la crisis política en el Perú; la misma que solo se agrava y que nace a raíz de la toma de las instituciones por parte del fujimorismo y sus aliados, quienes fieles al estilo de los 90 interpretan a su antojo y según su conveniencia la Constitución que tanto defiende. El uso y abuso de la vacancia es un ejemplo de ello.

Una de las consecuencias, entre tantas, más tristes y preocupantes de todo este desastre de egos, incapacidad, corrupción que hasta tiene ya cuatro muertes encima, es lo desapercibida que ha pasado la aprobación de los textos sustiturios de la iniciativa legislativa que establece la obligatoriedad de la tenencia compartida sin tener en cuenta antecedentes de violencia de género, algo que puede a exponer a niños, niñas y adolescentes a tener que vivir en lugares inseguros y peligrosos para su integridad física y psicológica.

Para que quede más claro: si una pareja (hombre y mujer) se separa, las hijas e hijos están obligados a pasar la misma cantidad de tiempo con ambos sin importar si uno de ellos es un agresor que puede ejercer violencia contra las y los menores a manera de venganza contra su expareja ya sea para amenazarla o extorsionarla. Las estadísticas lo advierten: solo desde enero a febrero de 2022, los CEM atendieron 24 990 casos de violencia en donde en el 87% de las veces las víctimas fueron mujeres. Y esta tendencia, con mujeres como principales afectadas, se repite según el tipo de violencia; ya sea patrimonial (69,1%), psicológica (84,6%), física (87,3%) y/o sexual (94,4%).

Una tenencia compartida obligatoria sin perspectiva de género deja en peligro a miles de madres, niños y niñas. Y, además, ignora la existencia de la violencia contra las mujeres como una problemática sistémica. Con esta norma, la custodia de las y los hijas puede ser utilizada como moneda de cambio, chantajes, como un canal más para seguir ejerciendo violencia por parte de agresores.

En diversos países del mundo ya se disparan los casos de violencia vicaria (instrumentalización de hijas e hijos para violentar a las madres) como consecuencia de tenencias compartidas impuestas o regímenes de visitas igualitarios que no consideran contextos o antecedentes de abusos. El resultado son niñas y niños secuestrados, golpeados y asesinados; madres que deben recuperarse de un dolor profundo y atravesar un luto generado por la indolencia de sus Estados.

Frente a este escenario, desapercibido por el arrastre de la crisis política, el ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables ya anunció que observara la ley y ha dejado sentado que ‘’se debe evaluar caso por caso, privilegiando el interés superior de las niñas, niños y adolescentes madres’'. Tenencia sin violencia es la consigna con la que el ministerio busca concientizar sobre esta peligrosa iniciativa impulsada por el congresista Alejandro Aguinaga, procesado por las esterilizaciones forzadas en los 90 y Patricia Juárez, la misma que excluyó a Castañeda Lossio de la investigación a Comunicore. Que la crisis política no desvíe la mirada y se tomen acciones frente a las leyes y proyectos de leyes basados en agendas antiderechos que ponen en riesgo a mujeres e integrantes del grupo familiar.

Lucia Solis Reymer

Casa de Brujas

Periodista y editora de género en Grupo La República. Licenciada en Comunicación y Periodismo por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y máster en Estudios de Género por la Universidad Complutense de Madrid.