¿Cuál es el PRECIO DEL DÓLAR hoy?

Opacarofilia

“... las puestas de sol nos recuerdan el Pleistoceno, periodo en el cual el Homo erectus comenzaba a desarrollar el sentido de la estética”.

De pronto me encuentro con esta palabra: opacarofilia. Un neologismo, aún no reconocido por la academia, que se refiere a la afición de ciertas personas por las puestas de sol. Los amantes de las puestas de sol, esos, como yo y tantos otros, las buscan en cualquier rincón vayan donde vayan, estén donde estén, somos considerados opacarofílicos. Cierto es que la palabra y sus derivaciones no hacen honor a lo que representan, pero al menos es un rótulo que nos agrupa en nuestro idioma.

Más acorde, sin duda, suena #sunsetlover, que es como se suelen etiquetar las fotos de aquellos que sentimos que en este momento de transición lumínica algo mágico ocurre o, al menos, la paleta de colores naranjas, violetas, azules sobre el celeste del día muriendo nos propicia creer ello como parte de nuestros propios y más íntimos rituales existencialistas. Uno se siente parte del universo, en un intersticio maravilloso que ojalá durase mucho más.

Si bien los sunsetlovers no somos mayoría, sí son mayoría quienes, al menos, valoran un ocaso, porque es casi imposible no valorarlo desde el punto de vista estético. Para ello, el filósofo estadounidense Dennis Dutton ensaya una explicación darwiniana sobre esta belleza: las puestas de sol nos recuerdan el Pleistoceno, periodo en el cual el Homo erectus comenzaba a desarrollar el sentido de la estética.

Es posible que los cielos encendidos hayan sido habituales en aquellos paisajes prehistóricos, en una etapa en la que la noche era el momento más peligroso. Es posible también, dice Dutton, que admirar el último resquicio de la luz del día y las combinaciones que generaba de camino al refugio, lejos de los riesgos de la intemperie, sería especialmente importante para nuestros ancestros, de allí la conexión.

En Lima hay unas puestas de sol lindas, sobre todo en el otoño, que es cuando menos bruma hay y el sol parece despedirse de manera especial para dar paso al cielo color panza de burro que tanto nos cuesta a muchos en el invierno. No obstante, ninguna como la de Pacasmayo, en donde, según la leyenda que contaba mi abuelo, un rayo verde aparece justo en el momento en el que el sol desaparece y muchas veces estuve seguro de haberlo visto.

La República

Los artículos firmados por La República son redactados por nuestro equipo de periodistas. Estas publicaciones son revisadas por nuestros editores para asegurar que cada contenido cumpla con nuestra línea editorial y sea relevante para nuestras audiencias.