¿Volverán los días fríos en Lima? Senamhi aclara

Nadie gana

“Ninguno de los involucrados ganará realmente o saldrá indemne de este estallido de espanto, que ya se ha llevado la vida de varios civiles. ‘No hay buena guerra y una mala paz’, decía Benjamín Franklin”.

A estas alturas de la invasión armada a Ucrania, y de la Historia si se quiere, emprender una guerra como la que lanzó Vladímir Putin hace más de 20 días era un camino seguro hacia victorias pírricas y a la vez a desgracias mayores. Claro, parece que Volodímir Zelenski va a ceder a la presión de los misiles y tanques, y que finalmente optará por no ingresar a la OTAN.

¿Pero significa que ganó Putin? Para comenzar, dicha decisión no es aún definitiva. Ha aparecido como un hilo de cansancio en medio de las negociaciones, y depende de muchos factores. La performance política de Zelenski, ahora tan fortalecida, podría verse mermada por esa suerte de rendición a medias, y además alimentar una furia épica de los defensores ucranianos.

De modo que si bien el Kremlin puede lograr eso en la mesa, y en las calles y campos sangrientos, muy probablemente será a costa de un odio social muy extendido, que tardará en disiparse. No se sabe cuál será la fórmula final de una negociación bajo presión armada (algo así como firmar o morir), pero nada sugiere que no dejará lesiones en el territorio político.

De ambos países y sobre todo en Rusia. Si bien Zelenski puede perder popularidad si decide renunciar a la OTAN, y en parte al europeísmo, Putin en este lapso de horror ya ha perdido varias cosas: soldados muertos por una causa que quizás ni entienden, respeto global, recursos económicos, finanzas, presencia cultural y deportiva, influencia en otros países incluso.

Ha sido de tal desparpajo el ataque armado que varios países habitualmente cercanos a Rusia votaron a favor de la resolución acordada en la ONU para condenar la invasión. La propia China, tan influyente en este tiempo y supuestamente tan carnal con el régimen ruso, ha comenzado a tomar una leve distancia estratégica y hasta se perfila como el providencial país mediador.

Es posible que haya un juego Moscú-Pekín que desconocemos en detalle, pero todo parece sugerir que la previsión de Xi Jinping es que no se complique su juego ‘geoeconómico’ (la geopolítica por la vía de tener influencia económica en todo el mundo) debido a esta guerra fatal que busca marcar fronteras militares. Aun a costa de golpear la arquitectura financiera global.

‘Occidente’, por su parte, tal vez gane por haber hecho una eficaz coordinación para aislar a Putin, con una fuerza que acaso ni los más finos estrategas rusos previeron. Sin embargo, los errores que cometió en el pasado la OTAN, al no ser transparente en su ampliación y enfurecer al Kremlin putiniano, se han hecho más evidentes. En el fragor de la discusión emergió esa culpa.

Por si no bastara, ya el Tribunal Penal Internacional (TPI) le ha puesto el ojo a Moscú, por lo que no se puede descartar totalmente que en el futuro algún jefe militar (difícil que sea el propio Putin) tenga que lidiar con acusaciones de esa instancia. De momento, ya la Corte Internacional de Justicia ha emitido una medida cautelar que exige detener de inmediato la incursión militar.

Rusia no ha hecho caso de esto último e igual podrá ningunear al TPI. Solo que el severo daño moral ya está hecho. La imagen del país está muy afectada y se ha metido al ballet Bolshoi, al Mundial del Fútbol, a la vida cotidiana. La condenable ‘rusofobia’ que se empieza a respirar en algunos lados es algo que Putin debió calcular antes de emprender acciones destempladas.

Ninguno de los involucrados ganará realmente o saldrá indemne de este estallido de espanto, que ya se ha llevado la vida de varios civiles. “No hay buena guerra y una mala paz”, decía Benjamín Franklin. Los señores de la guerra, de todo tamaño, deberían tenerlo en cuenta antes de apretar los gatillos, o los botones, y arruinar la vida de tanta gente y arruinarse ellos mismos.

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Ramiro Escobar

Meditamundo

Lic. en Comunicación y Mag. en Estudios Culturales. Cobertura periodística: golpe contra Hugo Chávez (2002), acuerdo de paz con las FARC (2015), funeral de Fidel Castro (2016), investidura de D. Trump (2017), entrevista al expresidente José Mujica. Prof. de Relaciones Internac. en la U. Antonio Ruiz de Montoya y Fundación Academia Diplomática. Profesor de Relaciones Internacionales en la Pontificia Universidad Católica del Perú y Fundación Academia Diplomática.