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Rusia-Ucrania, la pugna por el poder

“China observa atentamente. Su posición es clara: se oponen a cualquier acto de incitación a la guerra e invocan a no intensificar las tensiones...”.

Uno de los factores determinantes de la condenable guerra en Ucrania radica en el interés geopolítico de Estados Unidos de mantener su rol hegemónico en Europa, región donde concentra el mayor número de bases militares (452) en el mundo. Además de ejercer presiones para frenar el comercio y las inversiones con China en esa región, su objetivo es cercar a Rusia, su rival como potencia nuclear.

En el National Defense Strategy, de 2018, el gobierno estadounidense consideró que la principal prioridad del Departamento de Defensa era “la competencia estratégica a largo plazo con China y Rusia”, lo que requería una inversión mayor y sostenida, debido a la magnitud de las amenazas que ello suponía para la seguridad y la prosperidad de Estados Unidos”. Así, con relación a Rusia propuso fortalecer la OTAN y lograr una Europa “fuerte y libre, unida por los principios compartidos de la democracia y la soberanía nacional”. Para esa fecha, el gobierno norteamericano ya había reconocido en varios documentos que su capacidad para defender sus intereses vitales había disminuido, por lo que consideraban importante profundizar y ampliar alianzas que multiplicaran su fuerza. En otras palabras, necesitaba a una Europa detrás de sus objetivos políticos y económicos, y a la OTAN ampliada como estructura para su defensa.

La negación a un diálogo serio sobre los temas que planteó Rusia sobre “las líneas rojas” de su seguridad y el incumplimiento de los Acuerdos de Minsk de 2014 para poner un alto al fuego en las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk respondían a su estrategia de encolumnar a Europa detrás suyo en una campaña guerrerista, aunque esta región se fuera al despeñadero. Así, asistimos al “suicidio” de Alemania al dejar de operar el gasoducto Nord Stream II con gas proveniente de Rusia y tener que comprarle GLP a Estados Unidos, más caro y contaminante; a la tradicionalmente neutral Suiza que hoy se suma a las sanciones económicas y a Suecia y Finlandia considerando su ingreso a la OTAN a pesar de las amenazas de Rusia.

Mientras los europeos viven la amenaza de Putin de poner en alerta su arsenal nuclear, China observa atentamente. Su posición es clara: se oponen a cualquier acto de incitación a la guerra e invocan a no intensificar las tensiones. Denuncian los más de 1.500 millones de dólares en armamento enviados por Estados Unidos a Ucrania (las acciones de la industria armamentista han registrado alzas importantes en medio de la debacle de las bolsas) y advierten que debieron promoverse conversaciones de paz, tomando en cuenta el contexto histórico de la cuestión de Ucrania, lo que hubiera evitado el actual desenlace. “El culpable de las tensiones ahora debería considerar cómo apagar el fuego lo antes posible con acciones concretas, en lugar de culpar a otros”.

En este contexto han informado que “Estados Unidos, en cerca de 250 años desde que fue fundado, ha pasado menos de 20 años sin operaciones militares en el extranjero y que las excusas utilizadas para las intervenciones militares son a veces la democracia o los derechos humanos, pero en ocasiones simplemente una pequeña botella de detergente en polvo o una pieza de noticias falsas”.

Es evidente la confluencia de intereses geopolíticos y económicos entre China y Rusia, a los que podrían añadirse los de la India, que se abstuvo de condenar, junto con China, la intervención militar de Rusia a Ucrania en el Consejo de Seguridad de la ONU. En este juego de poderes, Europa será la región más impactada, no necesariamente con misiles, sino con grandes pérdidas económicas, que se expandirán al resto del mundo. Muchos como Jean-Luc Mélenchon, candidato presidencial de Francia, consideran que el no alineamiento es la única condición para la paz en Europa y critican duramente a la OTAN y a la Pax americana. Esta guerra, focalizada por ahora en Ucrania y Rusia, es resultado de la recomposición del poder mundial.

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La República

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