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Autopsia de una presidencia

Mejor es un final de horror que un horror sin final.

La presidencia de Pedro Castillo se tambalea por el testimonio de la lobista Karelim López para acogerse a la colaboración eficaz, así como por la torpeza de sus reacciones ante su versión abrumadora, las cuales parecen manotazos de ahogado en un pantano en el que se va hundiendo con rapidez.

La versión de López le ha dado una tremenda fragilidad a la presidencia de Castillo, quien en breve podría ser vacado por el Congreso, salvo que consiga algún trato precario con algunas bancadas, aunque ya es claro que su gobierno tiene plomo en el ala y que podría prolongar un poco su agonía, pero no sobrevivir por mucho tiempo más.

La reacción de Castillo agrava más su perspectiva, pues ya es ridículo responder que es víctima de fiscales y del periodismo por ayudar a los pobres:

“La Fiscalía estaría formando parte de un complot para desestabilizar al Gobierno, hay un sector minoritario que nunca aceptó nuestro gobierno plural y democrático, el pueblo peruano sabe de la voluntad antidemocrática y golpista de este sector minoritario”.

Es la cantaleta de victimización que Castillo y, en general, todo el gobierno y sus aliados han repetido desde el inicio, pero su presidencia no se cae por los embates del Congreso, de la derecha, de los empresarios ni del sector del periodismo que lo ha criticado.

Su presidencia se cae porque, como se ha sostenido en esta modesta columna desde hace varios meses, él se ha desempeñado como un jefe de estado inepto, por su incapacidad para liderar el país; inmoral, por su promiscuidad con la corrupción; y mentiroso, por tergiversar con delirio los hechos.

Se cae, también, por la complicidad torpe de buena parte de la izquierda peruana que se dedicó a edulcorar y a encubrir los problemas que saltaban a la vista, casi desde el inicio de su gobierno, de este presidente inepto, inmoral y mentiroso, sin interesarles los US$ 20 mil dólares en el baño de Palacio, o la manera delincuencial como se usaba el anexo de la calle Sarratea.

Su gobierno ya es inviable, pues el presidente Castillo ha perdido credibilidad y legitimidad. Su salida no será sencilla y generará inestabilidad, pero hoy ya es claro que es mejor un final de horror que un horror sin final de esta presidencia penosa y lamentable.

La República

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