Exaltación de la eternidad

El registro histórico de un país está en su arte, en sus fotos. Eso no ocurre en el Perú, donde son escasos los materiales vivos de su memoria. Y así como admiramos los retratos de Martín Chambi, Baldomero Alejos, los hermanos Vargas, hoy más que nunca exigimos que el archivo fotográfico de Carlos “Chino” Domínguez debería ser declarado Patrimonio Cultural del Perú.

Domínguez es considerado el primer fotoperiodista peruano comparado con el fotógrafo francés Henri Cartier Bresson y otros grandes de la fotografía universal y nacional. Por eso, aquello de que país sin fotografías es un páramo sin imagen. Y Domínguez, por más de 60 años, fue retratando el Perú y sus gentes de manera convulsa, reuniendo un descomunal registro. Como afirma Fernando Obregón: “Desafortunadamente, su voluminoso archivo —calculado en un millón y medio de negativos— corre el riesgo de perderse por un injustificable abandono por parte de la sociedad y el Estado”.

En algún momento gran parte de este archivo fue comprado por la Universidad Alas Peruanas, pero fue un acto demagógico que respondía a una coyuntura política, y hoy este repertorio de la UAP apenas cuenta con un 40% de los originales de Domínguez, que ahora se encuentra inaccesible por la emergencia sanitaria y por los problemas de licenciamiento que atraviesa dicha universidad con la Sunedu.

A los archivos de Domínguez habría que añadir imágenes de otros fotógrafos como Miguel Hitotuchi, Raúl Sagástegui y Antonieta Gamarra, esposa de Domínguez. Pero no se vaya a creer que son fotos familiares o de corte doméstico, no. Todo lo contrario, son retratos de la convulsa esfera social que da luz y pistas de los momentos aciagos que viviera nuestro país desde los tiempos de Odría.

En Perú, el pionero en publicar reportajes fotográficos exclusivamente para internet fue Domínguez, quien ilustró con fotos de su archivo —y otras realizadas para la ocasión— una web dedicada a la música criolla. Además, en abril de 1997, el Taller de Fotografía Social (TAFOS) hizo lo propio con una web en la que mostraba trabajos de sus integrantes. Por ello, en este Perú de los grandes olvidos, hoy más que nunca es necesario recuperar el archivo Domínguez perdido entre cajas de zapatos de esa institución que alguna vez tuvo la desfachatez de llamarse universidad. Y a usted le digo, señor ministro de Cultura, la obra de Domínguez debe ser reconocida Patrimonio Cultural del Perú. Nada más le pido, ni siquiera que justifique su sueldo, no. Que haga algo decente por el país.