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El Alcalde y las madres y la post pandemia

“La pobreza urbana es un tema que debió estar en agenda desde hace mucho tiempo y no prestar atención a ella hizo que el ámbito urbano, y Lima, precisamente, sea la zona más golpeada por la pandemia en el 2020...”

Mañana Lima está de aniversario y, al ser este un año electoral, toca poner en debate algunos temas fundamentales para el desarrollo humano que, en tiempos prepandémicos, los candidatos al sillón metropolitano solían patearlo como responsabilidades del gobierno central, pero que hoy se ha visto necesario repensar la agenda de los gobiernos locales para levantarnos de la crisis y tener ciudades más resilientes.

Lima ha sido la ciudad que menores índices de pobreza monetaria ha registrado a lo largo de los últimos años en el país, sin embargo, su reducción, año a año, no era significativa. La pobreza urbana es un tema que debió estar en agenda desde hace mucho tiempo y no prestar atención a ella hizo que el ámbito urbano, y Lima, precisamente, sea la zona más golpeada por la pandemia en el 2020, pasando de 14,2% de pobreza monetaria en el 2019 a 27,5% en el 2020. Es decir, si en el 2019 habían 1.4 millones de pobres en Lima y Callao, en el 2020 esta cifra pasó a 2,7 millones de personas, casi el doble de personas.

Los economistas han explicado que esta subida tan drástica se dio por el cierre de los mercados y que su apertura normal llevará a la reducción natural de esta cifra. No obstante, hay secuelas que no podrán ser reparadas por la mera apertura del mercado y lo que necesitan las ciudades hoy, mas que nunca, es implementar políticas públicas basadas en la resiliencia y en el desarrollo humano, así como en la generación de capacidades para el desarrollo técnico y productivo.

Frente a esto, una primera tarea del próximo alcalde de Lima (y de nuestras ciudades del país) debe ser empoderar a la red de ollas comunes que proliferaron en la pandemia. Hace falta reconocerlas como unidades de gestión local, aliadas contra la anemia, vacunación de niños y como un espacio de encuentro y de acceso a políticas locales para los vecinos. Estas deben dejar de ser vistas como entidades receptoras de donaciones, sino como agentes de su propio desarrollo.

No basta con que el alcalde de Lima les dé un certificado de felicitación y se tome foto con las señoras. Ese liderazgo resiliente que caracteriza a las madres que formaron las ollas comunes debe aprovecharse al máximo para la dotación de políticas locales orientadas a lograr mejorar la calidad de vida de nuestras urbes. Desaprovechar la potencial alianza que puede tener un municipio con las madres de familia es tirar por la borda cualquier esfuerzo que se quiera hacer no solo en nutrición o alimentación segura; estos espacios son hoy mucho mas que eso.

Hoy se han convertido en centros de encuentro de la comunidad en donde se podría colocar una mejor señal de internet para que los escolares y estudiantes puedan acceder a este servicio que cada vez más se hace imprescindible. Mejorar la conectividad de zonas periféricas debe ser una tarea que el gobierno metropolitano debe asumir, facilitando los permisos para la instalación de infraestructura necesaria que permita mejorar la calidad de la banda ancha.

Otro tema que es crucial y que se puede trabajar en conjunto con las ollas comunes, vistas como espacios de encuentro de la comunidad, es la instalación de políticas de cuidado. Replicar, desde los gobiernos locales, estrategias similares a Cuna Más debe ser hoy una tarea necesaria. De la misma manera, si bien las políticas educativas están lideradas por el gobierno central y regional, urge que los gobiernos locales se comprometan con la remediación de estos dos años perdidos por la no presencialidad.

Un líder local no debe ampararse en qué responsabilidades están transferidas o no al gobierno local de manera específica. La ley orgánica de municipalidades permite la función de la promoción social y dentro de las áreas de gerencia de desarrollo social, se pueden asegurar grandes transformaciones si es que los que diseñan las políticas tienen la empatía suficiente y el compromiso de querer aportar en beneficio de los vecinos.

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Alexandra Ames

Especialista en Políticas públicas efectivas. Jefa del Observatorio de Políticas Públicas de la Escuela de Gestión Pública de la Universidad del Pacífico. Ha sido servidora pública de municipios y ministerios. También ha sido Secretaria Técnica del Social Progress Imperative para el Perú. Limeña, hija de padre puneño y madre moyobambina.