El retroceso en marcha en el Perú
Petardos contra los avances logrados en varios sectores.
El retroceso en marcha en el congreso en la educación universitaria es solo una de las tantas expresiones de un país en el que se deterioran de manera acelerada las condiciones para su mejor perspectiva futura, un problema al que contribuye la falta de claridad conceptual y de liderazgo por parte de la presidencia de Pedro Castillo.
Al momento de enviar esta columna a la redacción aún no se habían votado los proyectos de las bancadas de Acción Popular, Perú Libre y Renovación para liquidar la autonomía de la Sunedu con el fin de permitir que las universidades que no fueron capaces de obtener el licenciamiento obtengan un repechaje, así como, en general, retroceder a los tiempos en que nadie controlaba nada en la educación superior.
Esto es mercantilismo puro y duro por parte de los propietarios de esas universidades, como la de fachada de cartón de José Luna Gálvez, que se ve favorecido por un gobierno sin claridad de qué se debe hacer, y la vocación por el chanchullo a cambio de votos que lo ayuden a sobrevivir.
El embate para el retroceso también viene desde el ejecutivo. Aún está por verse cómo se desempeña el nuevo ministro de educación, pero el anterior era una persona en total actitud contrarreforma sobre escuelas y universidades, pues su único entusiasmo era la defensa de intereses sindicales y prebendas vinculadas a estos.
Al igual que el actual titular del MTC, Juan Silva, entregado con descaro a la causa de la defensa de los intereses de los que quieren cancelar cualquier avance producido en el transporte público. O el ministro de energía y minas, Eduardo Gonzales, promoviendo conflictividad y liquidando la perspectiva de la inversión en minería, energía y petróleo.
Estos son solo algunos sectores donde se observa de modo clamoroso el retroceso en el país, lo cual obedece, en última instancia, a las carencias de Castillo. Nadie le pide a un presidente que sea experto en todas las áreas del quehacer del estado, pero sí que tenga el liderazgo básico para organizar equipos capaces, no de amigos y paisanos, con claridad sobre los objetivos a conseguir y los instrumentos requeridos para ello, y consciencia de las consecuencias de las decisiones que se toman.
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