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Qué pasa si no cambia

“Si Castillo cae, no sería tanto por sus limitaciones personales, sino por la sospecha de que está complotando contra la democracia y el capitalismo en el Perú”.

Varios comentaristas se han pasado los últimos meses anunciando que Pedro Castillo, por el camino que va, verá interrumpirse su paso por la presidencia. El vaticinio también tiene un giro lógico: quien se conduce así no puede durar mucho tiempo en ese puesto. Una idea que se está repitiendo cada vez más. ¿Pero cómo se concretaría?

La respuesta más evidente es una vacancia. No parece algo imposible. Aunque para que ella se dé Castillo tendría que acumular culpas suficientes como para convertir la expulsión en una suerte de aspiración casi universal, dentro y fuera del Congreso. Castillo no parece tener imaginación ni energía para llegar a esa acumulación.

También están los llamados a que Castillo renuncie a la presidencia. Se supone que lo haría abrumado por las consecuencias de sus actos, o de su inacción. Pero renunciar supone una capacidad de decisión que no le conocemos hasta ahora. Lo suyo más bien es hacerla larga, siempre a la espera de que las cosas se arreglen solas.

Una tercera hipótesis posible es el golpe a secas, como una versión anticonstitucional y sucia de la vacancia. Esto requeriría una conspiración y un grado de conmoción social suficientes. Esto suele venir aparejado de la proverbial puñalada por la espalda. Que se sepa, nada parecido asoma por el horizonte cercano.

En los tres casos tendríamos a un presidente que no puede sostenerse en el cargo, argumentos convincentes para derribarlo, y actores con fuerza y habilidad suficientes para llevar a cabo la tarea. Pero todo esto hoy solo existe en el terreno de las amenazas. O si se prefiere, de los llamados a la cordura.

En verdad la ecuación mal gobierno = paso al desempleo no es tan automática ni tan universal como piensan algunos. Si Pedro Castillo cae, no sería tanto por sus limitaciones personales, sino por la sospecha de que está complotando contra la democracia y el capitalismo en el Perú. Mientras esa sospecha no se universalice, su chamba seguirá.

Lo habitual es que un mandatario ineficaz lo siga siendo mientras gobierne. Quizás esa es una manera de inexistir, para ser recordado luego como alguien que ganó la elección, pero perdió la presidencia, en el sentido de que no la supo usar.

La República

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