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Para un mejor año escolar

“Recuperar esos estudiantes, vía estrategias e incentivos diversos, debería ser una importante tarea en los próximos meses. Esto no aparece consignado en la norma”.

Se publicó finalmente la reclamada norma técnica para la prestación de servicios educativos desde todas las instituciones de educación básica en el 2022 [1] (RM 531-2021-MINEDU).

Algunos la considerarán un esfuerzo regulatorio excesivo y centralista, poco sensible a la enorme diversidad de condiciones en el reto de recuperar lo que se habría perdido durante la pandemia —algo aún pendiente de identificar —.

Otros señalarán más bien la tardanza en brindar orientaciones necesarias e identificarán omisiones o énfasis insuficientes en aspectos que consideran indispensable resolver de antemano.

Asumiendo que ambos grupos comparten la preocupación por asegurar que niñas, niños y adolescentes puedan seguir aprendiendo y que nadie quede excluido, algunas cuestiones vinculadas a criterios de equidad e inclusión ameritan pronta consideración y decisiones.

La primera: muchos miles de estudiantes han interrumpido su proceso educativo formal, sea por no tener acceso a la educación remota de emergencia, porque esta no les resultó una experiencia estimulante, o por haber tenido que dedicar más tiempo a cumplir tareas domésticas o productivas.

Recuperar esos estudiantes, vía estrategias e incentivos diversos, debería ser una importante tarea en los próximos meses. Esto no aparece consignado en la norma.

Un segundo tema: las niñas y adolescentes mujeres —como sus progenitoras y maestras— han tenido que asumir una parte desproporcionada de responsabilidades en el hogar y, como lo revelan las estadísticas, han sufrido mayor incidencia de maltrato y violencia. Requieren, por lo tanto, de mayor atención y apoyo durante el retorno a la presencialidad. No permitamos que se queden atrás por ausencia de un enfoque de igualdad de género.

El tercero: posiblemente por ser una norma del sector educativo, no se incide suficientemente en los roles de otros actores, sin cuyo cumplimiento el proceso podría quedarse corto. Un ejemplo: el protocolo para el transporte público de los estudiantes coloca toda la responsabilidad en ellos mismos o sus padres, y ninguna en los transportistas ni entes reguladores o de vigilancia.

La norma reconoce que es probable que la educación semipresencial, híbrida o incluso remota continúen siendo necesarias. Urge, por tanto, continuar mejorando el acceso, pertinencia y calidad de estrategias y fortalecer capacidades docentes para adaptar esos recursos y para poner en valor importantes aprendizajes adquiridos fuera de la escuela.

[1] R.M. 531-2021-MINEDU, 23 de diciembre del 2021

La República

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