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Ese oficio no me gusta, mata tiru tiru lá

Pedro Castillo debe cogerle más gusto a la presidencia.

No es el único, ni quizá haya sido el primero –creo que este modesto espacio también lo hizo notar–, pero el psicoanalista Jorge Bruce detectó hace tiempo, en su inteligente columna en este diario, señales e indicios de que a Pedro Castillo no le gusta su oficio de presidente de la república.

“¿Y si Castillo prefiere que lo vaquen?”, preguntó Bruce el 1/11 en su columna de La República ‘Los que fracasan al triunfar’, y el 8/11 en ‘El síndrome del impostor’ señaló: “Ahora parece que estaba diciendo la verdad: ¡no quería ir! No quería ser presidente porque, en su fuero interno, sabía que no estaría a la altura de semejante desafío”.

Estos señalamientos sirven por el nuevo viaje emprendido ayer miércoles 29 por el presidente Castillo a Chota, su tierra natal, a la que vuelve después de estar ahí entre el miércoles 23 –justo antes de navidad– y el domingo 26.

La cita familiar postergó por una semana la designación del nuevo ministro de educación, a quien nombró anteayer en Lima, luego de lo cual regresó ayer a Chota, en medio de los apremios de armar un gabinete –pues el actual ‘ya fue’: perdió cohesión interna y liderazgo externo–, y ausentándose de la última sesión del año del consejo de ministros realizado ayer en palacio, por la necesidad imperiosa de estar, como señaló una nota de la secretaría de comunicación estratégica y prensa de la presidencia de la república, en “la ceremonia por el XXXXV (sic) aniversario de las rondas campesinas de Cuyumalca”.

Cada vez que viaja a su tierra, como en la canción de Gustavo Gutiérrez (el padre del vallenato romántico),’se le nota en la mirada que vive enamorado’ de Chota y que, Lima, en cambio, lo incomoda. Algo comprensible, pues Cajamarca es maravillosa, pero el pequeño gran problema es que todo eso debió pensarlo mejor antes de postular a la presidencia, pues el puesto tiene a Lima por centro laboral (lo que no implica estar todo el tiempo en la capital).

Ahora ya no le queda otra. Aunque su molestia con ‘Lima la horrible’ sea cada vez más notoria, debe bancarse el trabajo, pues solo han pasado 5 meses y le quedan 55 bien largos. A veces parece que el trabajo no es lo suyo, pero sí, en todo caso, que este oficio de presidente no le gusta, mata tiru tiru lá.

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La República

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