Un gabinete Frankenstein de repartija
Presidente Castillo no conoce el valor del trabajo en equipo.
Mientras el presidente Pedro Castillo vacacionaba en Puña, el jaleo sobre el nuevo gabinete ministerial continuaba, con el riesgo creciente de que, ante la debilidad del jefe de estado, el resultado sea, en vez de un equipo cohesionado, un Frankenstein hecho en una repartija.
Todos tienen claro que el gabinete actual presidido por Mirtha Vásquez requiere ser reemplazado precisamente porque terminó siendo un Frankenstein armado con las partes de todos los que presionaban sobre el presidente Castillo, y que nunca terminó de cuajar como un equipo consistente.
Vásquez nunca llegó a tener liderazgo entre los miembros del gabinete, la mayoría de los cuales decidía directamente con el presidente Castillo, o sin este, pero tampoco con la premier.
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El valor que tuvo en un momento la premier Vásquez fue la eventual capacidad de enganche con sectores de fuera del gobierno, pero pronto liquidó su credibilidad cuando se aventó a anunciar el cierre arbitrario de minas, aunque peor fue ofrecer la lista de visitantes a la casa de la calle Sarratea y ser olímpicamente desairada por el presidente Castillo, haciendo el ridículo.
El gabinete Vásquez ya fue, pero la decisión del reemplazo va en velocidad cámara lenta del presidente Castillo, mientras este se reunía ayer en palacio de gobierno con las cabezas de las bancadas parlamentarias de izquierda: Guido Bellido, Verónika Mendoza y Waldemar Cerrón, entre otros.
Poco antes, el incontinente Vladimir Cerrón lanzó su fórmula salvadora antivacancia: “Perú Libre con su bancada unánime, Juntos por el Perú como sector caviar y algún partido de derecha negociable”. Algunos identifican a este último como Somos Perú.
El presidente Castillo ha conversado con varios sobre esta fórmula para la composición del nuevo gabinete, pero también ha recibido consejo de algunos sectores empresariales con los que mantiene contacto, y, en el camino, ha ido ofreciendo algunos puestos a personas específicas, como el MEF.
En este último caso, la oferta fue rechazada justamente por el problema central que el presidente Castillo no llega a comprender: que un gabinete debe ser un equipo cohesionado, y no un Frankenstein armado en una repartija.
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