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La pepa contra la COVID-19

“Al convertir los contagios en un problema menor, el acceso a la pastilla puede incrementar la indolencia que ya existe frente a las vacunas en algunos sectores. Lo cual no ayudará a que el virus deje de circular en el mundo”.

Ha empezado la etapa de las pastillas anti-Covid 19. Las autoridades de los EEUU han autorizado el Paxlovid, de Pfizer, para el tratamiento de personas contagiadas. El Molnupiravir, de Merck, espera esa autorización, y su eficacia está siendo discutida por las autoridades de la Unión Europea. Hay otras pastillas en cola.

Las pastillas anti-Covid 19 no son preventivas del contagio, para la cual se va a seguir necesitando vacunas. Son medicinas para evitar que los ya contagiados tengan que ser hospitalizados o fallezcan. Solo podrán ser vendidas con receta médica. Los fabricantes anuncian su llegada a farmacias y hospitales de EEUU en los próximos días.

Pfizer anuncia que su producto tiene un 89% de eficacia, y ningún efecto secundario significativo. Aun así, el laboratorio ha mantenido su ritmo de pruebas, a la vez que va acelerando la producción. La urgencia de lanzar las nuevas pastillas al mercado frente al avance de la cepa ómicron es evidente, sobre todo en los países sub-vacunados.

Todavía no se conoce el precio al público que tendrán las pastillas y si los Estados las van a entregar gratuitamente, como ahora sucede con las vacunas. Por lo pronto la exigencia de receta implica el acceso oportuno a médicos y la capacidad de las personas para reconocer sus propios síntomas.

Sin embargo, la buena noticia va a introducir algunos cambios en la psicología de la población. Al convertir los contagios en un problema menor, el acceso a la pastilla puede incrementar la indolencia que ya existe frente a las vacunas en algunos sectores. Lo cual no ayudará a que el virus deje de circular en el mundo.

Todavía no conocemos detalles sobre el tratamiento mismo, comenzando por el tiempo que tomará la desaparición de los síntomas. El 89% de eficacia no significa 100%, y ese tipo de estadística quizás puede variar con las circunstancias. Siempre será mejor vacunarse que sentarse a esperar el tratamiento en casa, rodeado de síntomas.

Dicho todo esto, el avance logrado es exponencial, a pesar de las salvedades que irán apareciendo. Una pastilla es una segunda oportunidad para los ya contagiados, y viaja mejor que una hipodérmica, si bien esta última está permitiendo los certificados de salud.

La República

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