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El pueblo no se equivoca

“Los casos en que una intensa desaprobación se revierte son sumamente escasos en la historia, pero existen. Castillo no parece enrumbado en esa dirección”.

El rechazo a Pedro Castillo sigue subiendo en las encuestas. El oficialismo ha elegido simplemente no hacerle caso. Después de todo, ser muy impopular no es una causal de vacancia, ni le pone verdaderas trabas a un gobierno indiferente. El implícito deterioro de imagen se resuelve con una cara dura.

La desaprobación del público, tal como va creciendo en las encuestas, es algo muy distinto de la confrontación entre políticos que mantiene caliente la plaza. El descontento no solo insume denuncias y argumentos, sino sobre todo experiencias del hombre de la calle, como nuevas estrecheces económicas y miedo a un futuro no tan remoto.

Se trata de un fenómeno que se retroalimenta. Aun siendo impopular, el presidente está obligado a aparecer constantemente ante la mirada pública, lo cual produce más desaprobación. Un político mosca buscará la manera de salir de ese círculo vicioso, uno lerdo lo intensificará con su actuación, seguro de que no hay problema.

Castillo debe estar convencido de que hasta ahora ha hecho lo posible por ganarse la aprobación de una mayoría de la población. El famoso pueblo al que se refería tanto en sus primeros días en el poder es cada vez menos mencionado. En esto se ha vuelto un presidente como todos los demás, con un discurso esencialmente autorreferencial.

¿Qué va a pasar con esto? Los casos en que una intensa desaprobación se revierte son sumamente escasos en la historia, pero existen. Castillo no parece enrumbado en esa dirección. Todavía no ha dicho que no gobierna para las encuestas, pero eso llegará pronto. En los hechos ya lo está practicando.

La impopularidad tiene largo alcance. Afecta las inversiones, propicia las protestas, alienta a los opositores más duros, causa desazón entre los seguidores que todavía quedan, siembra dudas en los aliados, inclina a tomar decisiones desesperadas, debilita las perspectivas electorales. La lista podría alargarse más.

Para tomar una palabra de Castillo, el pueblo puede equivocarse al decidir su voto, pero no a la hora de expresar su descontento. Quizás el público no sea bueno para captar los méritos de una presidencia, pero siempre es un lince para entender los defectos que ella tiene. Después de todo, ellos están a la vista, tan difíciles de ignorar como un sombrero fuera de lugar.

La República

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