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El Congreso, nuestro metaverso

“Castillo, siempre ensombrerado, actúa cotidianamente, sin negar que sea sincero en su actuación. Su performance, sin embargo, adolece de resultados, cortesía de su malísima gestión”.

Desde que fue lanzado en medio de una severa crisis de credibilidad, el metaverso de Facebook captó la atención de los usuarios de los varios medios de la ahora Corporación Meta. Al parecer tendremos una nueva forma de entretenernos, una expansión aún más consumista, aún más banal de lo que ya nos ofrecen.

Más allá de su lejana viabilidad tecnológica, está claro que el metaverso busca crear formas de incrementar el tráfico a través de innovaciones de interacción, centradas en versiones “mejoradas” de los usuarios de FB; una suerte de caricaturas. Así, tendríamos una extensión de nuestras vidas, sustentada más que antes en la capacidad de crear una ilusión sobre nosotros mismos, un personaje presentado de tal manera que podamos ignorar y hacer que la audiencia ignore nuestras versiones originales.

En el metaverso, como en la vida social, buscaremos ofrecer una imagen más atractiva, interesante y entretenida de lo que somos. Erving Goffman, gran teórico de la interacción social, nos planteó que la vida es una performance; Facebook ha potenciado esa necesidad permitiéndonos ocultar lo malo y agrandar lo que nos favorece.

Esto puede trasladarse a la política, desde siempre performance. Agradar y apasionar a la audiencia es el camino para el triunfo electoral; el presidente Castillo, siempre ensombrerado, actúa cotidianamente, sin negar que sea sincero en su actuación. Su performance, sin embargo, adolece de resultados, cortesía de su malísima gestión. Pero es el Congreso donde podemos ver performances mucho más fascinantes. No es que sea novedad: siempre ha existido una dimensión teatral en el Congreso, con sus discursos rimbombantes, agresivos y a veces plañideros. Pero el actual ha tomado un curso más audaz, pues ha optado por existir sin contacto con el universo real; trascienden las limitaciones que experimentamos los demás peruanos, y comprenden que la realidad virtual es más importante que la realidad real.

Los congresistas se dedican a presentar una ilusión creada por ellos mismos, donde muchos son moralistas, filósofos, científicos y gerentes, capaces de ver más allá de lo evidente. En particular, cierto sector de la oposición entiende el país desde una proyección de sus añoranzas arcaizantes: estamos en los años 50, los intereses de la burguesía limeña definen el curso del país, la cultura más conservadora y la amenaza del comunismo requieren acción urgente. Son personajes desprendidos de la realidad, que encuentran pruebas donde no las hay y que discuten hechos que solo ellos y ellas perciben.

El metaverso, el espacio donde podemos creer que nuestra performance no solo existe, sino que es lo único que importa. El metaverso es nuestro Congreso.

Eduardo Villanueva Mansilla

Profesor principal del departamento de Comunicaciones de la PUCP. Investiga sobre política y desigualdades digitales, y el contacto de estas con prácticas de la cultura digital, desde memes hasta TikTok.