Así quedó la tabla de posiciones del grupo A en la Libertadores

Siempre fue un albur

“Cierto: siempre fue un albur. Cerrón lo puso de candidato porque él no podía serlo. Luego sucedió lo que todos sabemos”.

Escribo estas líneas antes de que se hayan difundido los anunciados reportajes televisivos del domingo. El rumor que circula es que serán terminales para el presidente Castillo. Pero Lima siempre ha sido un hervidero de rumores. La verdad es que a estas alturas el calibre de la munición carece de importancia. Pese al lamentable nivel del Congreso –Alejandro Cavero defendiendo la libertad de consumir grasas trans o la congresista Jáuregui condecorándose junto a su esposo, por poner un par de ejemplos recientes–, el profesor pasó de acumular errores a dar contundentes evidencias de corrupción, las que justificó diciendo que era una “chanchita” para los niños huérfanos.

Pese a que la vacancia es inconstitucional, lo más probable es que el mecanismo se ponga en marcha. La presencia de Augusto Ferrero, un ultraconservador en la presidencia del TC, es la llave que faltaba. La propuesta proviene de la congresista Chirinos, cuya hoja de vida lo dice todo. Esto ha dado lugar a un soberbio despelote en su partido, en donde unos se expulsan a otros. Los tres chiflados serían la academia de Atenas al lado de estos espectáculos deplorables.

Pero ni eso supo o pudo aprovechar Castillo para hacer un mínimo de política. Con lo cual el agente más eficiente de su vacancia fue él mismo. Esto es triste por muchos motivos. Ha dilapidado la oportunidad histórica de que un hombre del pueblo, como él repite, un maestro de Chota, un representante de los sectores marginados y oprimidos, haga una presidencia con una opción preferencial por los pobres, como decía la teología de la liberación de Gustavo Gutiérrez. Lo cual es imperdonable.

Cierto: siempre fue un albur. Cerrón lo puso de candidato porque él no podía serlo. Luego sucedió lo que todos sabemos. El panetón Tottus –en memorable frase de Betsy Chávez– derrotó a Keiko Fujimori en segunda vuelta. Entonces el croupier lanzó la bolita en la ruleta y esta no cayó en la casilla roja, para desesperación de la izquierda radical, y también de la moderada. Tampoco cayó en la negra. Para ser claros: salió disparada y hasta ahora la siguen buscando en ese casino en el que nos hemos convertido hace ya mucho tiempo.

Mi hipótesis es que la pueden encontrar en el sombrero del profesor, pero dudo mucho que él piense entregarla. Lo único que espera es despertarse y que termine esta pesadilla. En eso sí nos representa.

La República

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