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Debates antropocéntricos

“Ni siquiera se salvan los temas constitucionales en los que, como si fuese un concilio papal respecto a la Biblia, los magistrados interpretan la Constitución”.

Cuando el que comenta actos de corrupción siente “antipatía” por quienes los cometieron, su condena es categórica, feroz. Pero cuando siente “simpatía” por ellos, los explica, los contextualiza, los compara con otros casos para relativizarlo y a veces hasta los comprende. Un caso paradigmático: la vacancia de Pedro Castillo.

Es la naturaleza humana, asumámoslo lo más que podamos. Lo vemos todos los días en el debate público. Ya los grandes filósofos, desde el presocrático Protágoras, aquel que sentenció que “el hombre es la medida de todas las cosas” (un principio filosófico según el cual el ser humano es la norma de lo que es verdad para sí mismo, lo que también implicaría que la verdad es relativa a cada quien), hasta el perspectivismo de Nietzsche, quien resaltó la multiplicidad de puntos de vista sobre una misma cosa y, más recientemente, Ortega y Gasset con su legado de “Yo soy yo y mis circunstancias”, entre muchos otros que han abordado este antropocentrismo inevitable.

Todo depende, entonces, del cristal con que se mire, a quién se mira, desde dónde se mira, quién mira y en qué momento se mira. Lo vemos todos los días debatiendo sobre los abundantes temas que nos polarizan: izquierda, derecha, gobierno de Fujimori, elecciones, Congreso, presidente, cuestión de confianza, vacancia, juicios por corrupción, etc.

Esto incluye, por supuesto, aquellos temas en los que el sistema propone a un tercero para zanjar las discusiones y empezar a construir, seguir hacia adelante y no quedarnos paralizados. Ni siquiera se salvan los temas constitucionales en los que, como si fuese un concilio papal respecto a la Biblia, los magistrados interpretan la Constitución.

El tribunal delibera y zanja, concluye. A pesar de ello, todo el mecanismo perspectivista empieza de nuevo cuando lo que es oficialmente definitorio no nos agrada: ¿quién eligió a los magistrados?, preguntamos, ese magistrado responde a intereses particulares, responde a su ideología, comentamos, sembrando la suspicacia.

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Mejor ejemplo aún son los procesos judiciales por corrupción, todos los implicados, de todas las tiendas, coinciden en algo: persecución política. Otra vez: todo depende del cristal con que se mire, desde dónde se mira, a quién se mira, quién mira y en qué momento se mira.

La República

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