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La visita de Almagro

Secretario general de la OEA hizo una gira estratégica en un momento político muy complicado para el país.

La reunión del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) con autoridades en el Perú ha sido un bálsamo en un momento muy complicado para el Gobierno y, sin duda, es el resultado de una gestión utilísima de quienes organizaron la visita.

Durante la reunión con el presidente del Jurado Nacional de Elecciones, Luis Almagro felicitó al magistrado Jorge Salas por las impecables elecciones que dirigió. Puso así punto final a una visita frustrada de una delegación de la oposición que buscó el apoyo de la OEA para denunciar internacionalmente el inexistente fraude.

Cuando habló con el presidente Pedro Castillo, a su salida de la reunión resaltó que se trata de un mandatario decidido a combatir la corrupción, que quiere que su gestión sea la más limpia. Una declaración que pone paños fríos en medio de una ardorosa campaña de la oposición para darle nuevos bríos a una potencial vacancia presidencial.

Con la primera ministra Mirtha Vásquez pudo conversar sobre gobernabilidad y democracia, temas que estarán presentes en la 52° Asamblea General de la OEA que se celebrará en el Perú en el 2022, y que potencialmente es un espaldarazo a los esfuerzos del Gobierno actual para mantener los cauces constitucionales pese a los esfuerzos de algunos por sacarlo del camino.

Almagro ha despertado en esta gira precisamente las furias de los sectores de la ultraderecha y de los radicales de izquierda, que aparecen nuevamente hermanados en su accionar político, como lo hicieron anteriormente. El diplomático uruguayo ha sido protagonista de algunos enfrentamientos de gran calibre en América Latina. No puede decirse que sea precisamente amigo de los gobiernos de Venezuela, Nicaragua y Bolivia de Evo Morales.

El rol de la OEA ha sido duramente cuestionado por estos regímenes, que incluso han intentado organizar un mecanismo regional paralelo recientemente, en la reunión de Celap en Cuba. Nicolás Maduro, Daniel Ortega, han sido cuestionados por haber sometido a sus países a gobiernos totalitarios. En el caso de Bolivia, el diplomático uruguayo encabezó una denuncia por fraude ante la cuarta postulación de Evo Morales a la presidencia de Bolivia. Se denunció un intento de adulteración electoral y se volvieron a realizar comicios, luego de un período agitado de transición en el que se vivió una enorme violencia.