Algo se pudre en los baños del Palacio

Ni su proclama de ayer de que “tengo autoridad moral porque a mí nadie me pagó la campaña”, lo ayudará al presidente Pedro Castillo, si es que no toma distancia real de los casos de corrupción que van apareciendo en su gobierno.

Algunos, incluso, cerquita de su oficina, como fue el caso del secretario de su despacho, Bruno Pacheco, en cuyo baño se encontró US$ 20 mil en la diligencia fiscal en la que se le investiga por tres casos de tráfico de influencias.

Uno, su intervención ante los comandantes generales de las fuerzas armadas para alterar el cuadro de ascensos castrenses con el fin de beneficiar a oficiales a los que no les correspondía una promoción. Dos, presiones para conseguir nombramientos fuera del proceso regular en la Sunat. Tres, favorecer a empresarios allegados ante la entidad tributaria.

A un funcionario ubicado en el centro del poder, investigado por varias cuchipandas, en cuyo baño la fiscalía encuentra US$ 20 mil, genera indicios de que algo se está pudriendo, especialmente si la oficialización de su despido demoró una eternidad, y si, después de ello, se le sigue permitiendo el ingreso a palacio de gobierno. Ayer circuló la versión de que, durante su estadía, se oyeron golpes de cincel y martillo en la zona donde quedaba su oficina. ¿Algún olvido o caja que faltó abrir?

Asimismo, cada vez circulan más versiones creíbles que dan cuenta de cobros de coimas en distintos espacios del sector público por parte de funcionarios que han llegado con el nuevo gobierno. Desde primos de políticos que ofrecen solucionar lo que quieras en un ministerio a cambio de un pago, hasta los que disfrazan la coima con una consultoría en otro. Las carteras más mencionadas en estos anticuchos son el MEM, MTC, Mintra y Minjus.

La corrupción no es patrimonio del gobierno actual, sino que es antigua y frecuenta a casi todos los espacios del estado peruano, pero es indispensable que el presidente Castillo reaccione con rigor y oportunidad frente a los escándalos que van apareciendo, especialmente si ocurren tan cerquita de su oficina, y él no da señales de preocuparse o, al menos, sonrojarse por los dólares que se encuentran en los baños de palacio de gobierno.

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