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La renuncia de Walter Ayala

La tardía salida del ministro de Defensa aún no cierra la crisis política.

Las decisiones palaciegas adoptadas tan tardíamente dejan en el camino mucho daño que pudo evitarse. Es el caso del renunciante ministro de Defensa, Walter Ayala, quien finalmente el domingo último manifestó su voluntad irreductible de dejar el puesto. El abogado, que primero puso su cargo a disposición, ya había dado cara al Congreso, había polemizado con los ex comandantes generales que habían armado el alboroto, en una semana desgastante para todos.

En primer lugar, afectado el Gobierno, que inútilmente mantuvo a uno de los ministros cuestionados con anterioridad al affaire militar. El final iba a ser el mismo, así transcurriera una semana. La diferencia estribaba en el desgaste, que afectó tanto al presidente Castillo como a la primera ministra Mirtha Vásquez.

Por otro lado, la consigna de aclarar lo sucedido con los ascensos militares y la separación de los cargos de comandantes generales no se cumplió porque el ruido político de las marchas y retrocesos del Ejecutivo no logró centrar la discusión en el objetivo principal, que era deslindar las responsabilidades de lo ocurrido, establecer claramente lo actuado y verificar si se cometieron excesos, interferencias o directamente abusos.

Aquí, quienes quedan aún más dañados son los institutos armados y los nuevos mandos militares, que han sido cuestionados e inútilmente zarandeados en un contexto político en el que nunca debieron estar, porque se tuvieron que mantener al margen.

Lo que parece que va quedando claro es que en los procesos de ascensos actuaron normalmente, sin interferencias. El propio general Vizcarra se encargó de emitir un comunicado en el que defendía el proceso, establecía la independencia con la que se manejaron los responsables del comité castrense de evaluaciones y la selección de los ascendidos. Cualquier responsabilidad por malas decisiones parece que no alcanza al presidente Castillo, quien firmó las resoluciones sin enmienda alguna.

Caso distinto es el del secretario general de Palacio de Gobierno y hombre del entorno cercano del mandatario, Bruno Pacheco, quien sin ser parte de ningún comité ha querido invadir los fueros con consultas y recomendaciones. El caso de presunto tráfico de influencias ya está corriendo en forma de expediente en el Ministerio Público, y ahora corresponde la etapa de la investigación judicial neutral. La celeridad para tomar decisiones es una cualidad de la que carece Palacio y habrá que hacer un control de daños para evaluar lo que tranquilamente pudo evitarse.