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14N: ¡Basta ya de impunidad!

“Un año ha transcurrido de aquellas terribles escenas, frente a las cuales es imposible no estremecerse y que son evidencia de la indignación de la ciudadanía”.

Hace un año nuestro país se teñía de luto a causa de la terrible represión que acabó con la vida de Inti y Bryan y dejó heridos a decenas de manifestantes que participaron de las sucesivas protestas ciudadanas, iniciadas el día 9 de noviembre.

Innegablemente, la decisión del Congreso de la República de aprobar la vacancia presidencial y la asunción al mando de su titular, Manuel Merino de Lama, fue el colofón de una seguidilla de claras acciones orientadas a este fin. Ante el país era clara la evidencia de su irrefrenable propósito de avanzar sin reparo, más allá de las consecuencias que acarreara.

La respuesta ciudadana no se hizo esperar, la movilización a lo largo del país daba cuenta del repudio a este accionar en un momento crítico en el que hacíamos frente a los efectos demoledores de la pandemia y a la confrontación e inestabilidad política sin tregua. Era palpable el hartazgo por la vileza de una clase política, en su mayoría, indolente y por la imposición de un régimen a todas luces carente de legitimidad.

El fallido intento de equiparar este escenario con el del retorno a la democracia en el año 2000, su surgimiento, motivaciones y figura política que la condujo no hizo más que revelar los groseros contrastes y la clara naturaleza del régimen, que quedó absolutamente evidenciada con la designación de su Consejo de Ministros y sus primeras decisiones de gobierno.

Por su parte, la cruenta represión que día tras día se reportaba y que evidenciaba el uso desproporcionado de la fuerza, no fue razón para replantear sus acciones. Por el contrario, estas se fueron haciendo cada vez más violentas al punto de dar lugar el día 14 de noviembre a la muerte y serias lesiones de manifestantes, hecho que, finalmente, obligó la renuncia de Merino de Lama.

Un año ha transcurrido de aquellas terribles escenas, frente a las cuales es imposible no estremecerse y que son evidencia de la indignación de la ciudadanía, especialmente de las y los jóvenes, cansados de verse postergados.

Ni el indescriptible dolor de las familias ni las secuelas de los sobrevivientes han sido suficientes para obtener siquiera un mea culpa por parte de los responsables, por el contrario hasta se ha pretendido manchar la memoria de los jóvenes caídos y desvirtuar la naturaleza de las protestas.

Las sanciones a la fecha son nulas. Merino de Lama no ha sido procesado ni al interior de su agrupación política, menos aún por la justicia y sus declaraciones públicas resultan constantemente agraviantes, en especial, para deudos y víctimas. Al interior de la Policía Nacional se ha decidido la reapertura del proceso y en el Congreso las Acusaciones Constitucionales esperan su trámite en Subcomisión.

Seguiremos aguardando por justicia, reparación y garantía de no repetición. Mientras tanto, como ciudadanía, y hasta cuando sea necesario, nos tocará decir fuerte y claro ¡basta ya de impunidad!

La República

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