Comienza el adiós a Mont Belvieu
“El problema es que esa sustitución, desde el 2006, ha beneficiado principalmente a Lima, que concentra el 85% de las conexiones domiciliarias...”.
Las quejas por el alza del GLP no cesan pues, en Lima, su precio fluctúa entre 38 y 62 soles por balón, según Osinergmin. Fuera de Lima, los precios están entre 50 a 65 soles por balón, llegando a 70 soles en las provincias más alejadas.
Los precios serían aún más altos si el gobierno no hubiera utilizado el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles que, de hecho, reduce los precios al por mayor de los productores (el Consorcio Camisea produce el 80%) y las empresas importadoras (tienen el 20% restante).
El alza del precio se explica porque en el Perú rige el precio internacional del GLP, que se mide por el referente de Mont Belvieu, Texas. Y ese precio ha subido en los últimos meses debido a diferentes factores, entre ellos la recuperación económica pospandemia. Así, el precio en dólares por galón está ahora en US$ 1.40, uno de los más altos desde el 2014 (ver gráfico).
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Pero existe un “remedio”. Y se llama la “masificación” del gas natural de Camisea, que llega a los domicilios directamente a través de redes de tuberías. ¿Por qué es bueno? Porque el gas de Camisea es 60% (sí, 60%) más barato que el GLP. Y lo es porque tiene precio regulado, pues proviene del Lote 88. La regulación se consiguió en el 2006 cuando se renegoció dicho contrato y se estableció que las alzas estarían “atadas” a la inflación y ya no a Mont Belvieu.
El problema es que esa sustitución, desde el 2006, ha beneficiado principalmente a Lima, que concentra el 85% de las conexiones domiciliarias. Esta sustitución se aprecia clarito en los comportamientos distintos del consumo del GLP. Veamos.
En Lima, del 2006 al 2019 el consumo de GLP pasó de 6.1 a 12.8 millones de barriles (MMB), un aumento del 108%. En el resto del Perú, mismo periodo, el consumo pasó de 2.2 a 10.3 MMB, un aumento del 360%; enorme. Conclusión: el crecimiento del consumo en Lima fue mucho menor porque ahora hay 1.2 millones de hogares con conexión de gas natural y ya no usan GLP.
En el 2021, con el alza del precio del GLP, la factura que pagan los hogares fuera de Lima es aún mayor, lo que se siente fuerte. Otrosí: las importaciones de GLP afectan también a la balanza comercial. Si esto es así y se sabe desde hace años, la pregunta es: ¿por qué no se masificó antes el gas de Camisea en todo el Perú, como sí ha sucedido en Argentina, Bolivia y Colombia?
Pues porque aquí los diferentes gobiernos han seguido esquemas neoliberales y no los ya mencionados: las conexiones de gas deben considerarse un servicio público, lo que incluye un subsidio del Estado; debe construirse una red de gasoductos a nivel nacional por sus empresas estatales y tomar en cuenta que la masificación a los hogares no tiene rentabilidad económica (ganancia) sino rentabilidad social.
Además, los precios en todo el país deben ser los mismos (lo que hoy no sucede) y debe instaurarse el subsidio cruzado, como en Colombia: los consumidores de altos ingresos pagan tarifas más altas que los de menores ingresos, lo que ya sucede con las tarifas eléctricas.
La masificación no es solo para los hogares, sino también para los autos, buses y camiones. ¿Se los imaginan sustituyendo al diésel y la gasolina caras (por lo que hoy hay huelgas) por el gas regulado del Lote 88? Y la masificación también es para las industrias y el comercio, pudiendo llegar hasta la petroquímica, si se retoma el gasoducto al sur como ya ha anunciado el gobierno.
Todos estos temas deben verse en la Comisión Multisectorial que plantea elevar las reservas de gas natural y su masificación a nivel nacional en beneficio de los consumidores (1). Esperamos que su inicio en Ayacucho y la sierra sur satisfaga las aspiraciones y anhelos tantas veces postergados. El inicio del adiós a Mont Belvieu sería, qué duda cabe, una excelente noticia.
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Infografía - La República
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