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Fusibles y paisanos del presidente

La lección de Walter Ayala para el resto de ministros.

De repente no es un mal final el final del escándalo de la interferencia indebida de palacio en los ascensos castrenses, aunque eso dependerá de quién reemplace, finalmente, al ministro de defensa, Walter Ayala.

El problema está en las revelaciones hechas por los excomandantes generales del ejército y la FAP sobre sus relevos sorpresivos en el contexto de la presión ejercida por el ministro de defensa y el secretario del despacho presidencial Bruno Pacheco para ascender, fuera de los criterios regulares, a personas allegadas al presidente Pedro Castillo.

Primero, hay evidencia suficiente de la presión ejercida, y es obvio que el asesor de palacio y el ministro de defensa actuaban por encargo de Castillo.

Segundo, si bien el presidente tiene derecho a elegir a las cabezas castrenses, dentro del reglamento, es lamentable e injusto el despido intempestivo de dos oficiales a tres meses de ser designados, sin justificación ni la menor cortesía.

Tercero, la interpretación de ‘soy presidente y hago lo que quiero’ no habla bien de Castillo. Y no es justificación válida el desconocimiento del reglamento. Lo aprende o se consigue una asesoría que le evite papelones, a diferencia de la que hoy tiene.

Cuarto, la constitución señala que son nulos los actos del presidente que carecen de refrendación ministerial y los ministros son responsables por los actos presidenciales que refrendan.

Si bien los ascensos promovidos indebidamente no se concretaron, hay una responsabilidad que debe asumir Walter Ayala, que, como todo miembro del gabinete, funciona de fusible para que el cortocircuito no queme al presidente.

En concreto, Ayala debe dejar de ser ministro de defensa, y ojalá que su reemplazante sea, a diferencia de él, alguien capaz para el cargo.

Pese a la inestabilidad política derivada de tanto cambio ministerial por errores del propio gobierno, lo bueno de cada crisis es que ofrece la oportunidad de mejorar el gabinete. Ojalá que ello ocurra pronto en el Minedu y MTC.

Pero la lección de Ayala para el resto de ministros está clara: es conveniente que aprendan a decirle que no a Castillo cuando el presidente les pida lo que no se puede o debe hacer, o que realicen ilegalidades, incluyendo el favorecimiento indebido para un paisano.

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