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Cambio climático: el día del Juicio Final

“Lo más importante es el cambio de paradigma. La lucha por el cambio climático no la puede liderar el ‘libre mercado’, que nos ha traído hasta aquí...”.

Ya comenzó la Conferencia de Glasgow sobre el Cambio Climático y el primer ministro Boris Johnson ha dicho que la situación de grave crisis del planeta se parece a aquella en que podría encontrarse James Bond: amarrado a una bomba a punto de estallar y tratando de desactivarla. Habrá que ver si se llega a compromisos vinculantes más concretos para que la temperatura no aumente en 2 °C al 2050 y así evitar el día del Juicio Final.

Mientras, en el Perú la emisión neta fue de 205 millones de toneladas de CO2 (MMtCO2) en el 2016 según el Inventario de Gases Efecto Invernadero (GEI) del Ministerio del Ambiente. Se podría pensar que la principal fuente de emisiones en el Perú es el sector transporte: automóviles, buses y camiones.

Pues no. La fuente principal está en el sector agricultura, con 2/3 del total. Pero para tener la película completa hay que desagregar sus emisiones. Las actividades agrícolas propiamente dichas no son las más contaminantes. El primer lugar, de lejos lo tiene la deforestación, con el 50% del total.

Dice el exministro Gabriel Quijandría: “El problema principal es la pérdida del sistema boscoso, que se da con la expansión de la frontera agrícola, la minería ilegal y la falta de planificación en carreteras; cuando estas se abren en zonas de baja gobernanza, el efecto es la pérdida del bosque. La economía ilegal tiende a ser la primera en llegar a estos territorios remotos” (La República, 5 junio 2021). Si el Perú se va a declarar en emergencia climática, como dijo el presidente Castillo, esta es una prioridad.

El segundo lugar, con el 28% de las emisiones, es del sector energía, que incluye el transporte, la generación de energía, industrias y consumo residencial. Es evidente: hay mucho por hacer en transporte, que tiene el 10% del total de las emisiones. Lo mismo en energía, donde la vida da muchas vueltas. Con la llegada del gas de Camisea, se produjo algo positivo: las centrales eléctricas a diésel fueron reemplazadas por las de gas natural del Lote 88 que, de un lado, es más barato y, de otro, contamina menos que el diésel. Un estudio de Osinergmin del 2014 dice que, justamente por eso, del 2004 al 2013, las emisiones de CO2 cayeron de 99 a 43 mmt en esos 10 años.

La vuelta: ahora las energías renovables (RER, solar y eólica, que ya no necesitan el subsidio del DL 1002 del 2008) pueden, poco a poco, reemplazar a las centrales a gas y, claro, evitar la contaminación de éstas que ascendió a 10 MMt de CO2 al año 2016 (Inventario GEI).

Si las RER pasan de generar el 5% de la energía eléctrica (como ahora) al 15% para el 2030, tendríamos una buena reducción de GEI, más aún si la meta se eleva al 20% o 30% como ya sucede en los países vecinos. Esto va en la línea de los compromisos asumidos por el Perú. Lo único que falta para eso es que un nuevo marco legal sancione ese impulso al 15% que, hasta ahora, solo es declarativo. Esta podría ser otra de las medidas de la emergencia climática ya anunciada.

Hay muchas más cosas que no hablamos aquí, ya no para mitigar (reducir) los GEI, responsabilidad de los países “grandes”: EE. UU., Europa, China, India y Rusia, entre otros. Se trata de la adaptación al CC que produce pérdida de glaciares, huaycos, friajes y pérdidas de biodiversidad, entre otros. Para eso se necesitan la cooperación internacional (estimada en US$ 100,000 millones anuales) y que llega a cuentagotas. Veremos qué sucede en Glasgow.

Lo más importante es el cambio de paradigma. La lucha por el cambio climático no la puede liderar el “libre mercado”, que nos ha traído hasta aquí. Es la acción de los Estados la que tiene el liderazgo y debe ser asumida a cabalidad. No solo en el campo climático sino como nuevo paradigma de crecimiento y desarrollo. Si eso no sucede, lo más probable es que James Bond no pueda evitar que llegue el día del Juicio Final.

Infografía - La República

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La República

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