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Las reformas, la gasolina y el motor

“Siguen estando ausente del debate público, así como dentro de la agenda al interior del gobierno, las innovaciones más importantes que el Estado debería emprender”.

La semana pasada, el pedido de facultades legislativas por parte del Ejecutivo en materia tributaria, fiscal y financiera ha generado controversia, específicamente por el proyecto de reforma tributaria que incluye el aumento de o la creación de nuevos impuestos. A partir de esta situación, me gustaría comentar tres aspectos:

Primero, es importante que los líderes de opinión, preocupados por manifestar su veredicto, lean el proyecto de ley primero, de modo tal que puedan realizar una crítica que aporte al debate con seriedad.

Segundo, la polémica no puede quedarse en la dimensión económica ni debe ser exclusiva de tributaristas. Es importante que la discusión se centre en la funcionalidad de la reforma que se busca implementar. Esto es un detalle importante, porque, dada mi experiencia, el análisis respecto a leyes y cambios se centra más en las propuestas de soluciones específicas como si estas fueran un fin en sí mismas o como si bastara con la mera aprobación de unas normas y no en el objetivo que estas persiguen.

Es importante recordar que toda política pública debe buscar resolver un problema y su solución debe apuntar a la creación de valor público. Es decir, la producción de algo positivo para la sociedad. La razón por la que fracasan los cambios es porque estos no se diseñan centrados necesariamente en la cuestión que se busca resolver. Apostar por la funcionalidad de una transformación, implica comprender la dificultad y concentrarse en buscar las soluciones más viables o costo efectivas posibles.

Tercero, y siguiendo con la funcionalidad, una vez que el problema es identificado y bien analizado, nos daremos cuenta de que una reforma tributaria es solo un primer paso de todo el camino hacia la creación del valor público. Se debe reconocer que el incremento de recursos (lo que se busca obtener con más impuestos), es solo un insumo para asegurar un objetivo mayor. Esto nos permitirá entender que, con obtener más medios, el Estado no habrá resuelto más que el primer paso. Pero los bienes púbicos no se transforman mágicamente, así porque sí, en progreso para la gente. Hace falta identificar, como un aspecto necesario, la capacidad de gestión para convertir los patrimonios en bienestar. De esta manera, si bien la pregunta respecto a cómo obtener más posesiones es válida, la pregunta más importante que nos deberíamos estar haciendo es ¿cómo podemos convertir los recursos en progreso real para las personas?

Siguen estando ausente del debate público, así como dentro de la agenda al interior del gobierno, las innovaciones más importantes que el Estado debería emprender si lo que se tiene es una intención genuina de implementar cambios positivos para los ciudadanos: la renovación de la gestión y modernización del Estado y la del servicio civil.

Emprender mejoras en el Estado no es una tarea sencilla, y solo conseguir la aprobación de una ley puede llegar a ser agotador, pero también puede resultar peligroso aprobar una modificación cuyo objetivo y funcionalidad no estén claros o pensar en que la mera aprobación de un dispositivo legal ya generará cambios de manera automática. Esto es arriesgado porque nos impide salir de ese bucle común, de este entrampamiento en donde se puede invertir mucho, pero no se logra lo que realmente se espera obtener.

Una reforma tributaria que plantea lograr más recursos debe ir amarrada de lo que se busca hacer con esos fondos adicionales que se van a generar y, lo más importante, se debe ser consciente de que el proceso de transformación de recursos en valor público implica hacer renovaciones cruciales al interior de esa maquinaria. No se trata de ponerle más gasolina a un carro si lo que se requiere es cambiar o mejorar el motor para llegar más lejos y más rápido.

Pedro Francke, Congreso

Pedro Francke, Congreso

Alexandra Ames

Especialista en Políticas públicas efectivas. Jefa del Observatorio de Políticas Públicas de la Escuela de Gestión Pública de la Universidad del Pacífico. Ha sido servidora pública de municipios y ministerios. También ha sido Secretaria Técnica del Social Progress Imperative para el Perú. Limeña, hija de padre puneño y madre moyobambina.