La curiosa habilidad del hermanón
Designación de RBC daña aún más al Gobierno de Castillo.
La designación con gran pompa de Ricardo Belmont como asesor del despacho presidencial es una confirmación inequívoca de lo errático, incomprensible e impredecible de la presidencia de Pedro Castillo, algo que daña más a una administración con gran déficit de credibilidad, confianza y certidumbre.
“Mi agradecimiento a Ricardo Belmont por sumarse al equipo del gobierno del bicentenario. Su experiencia profesional y política estará al servicio del Perú, asumiendo la asesoría del despacho presidencial”, tuiteó el presidente sobre quien, apenas una semana antes, dijo de él que “me da pena porque va a ser uno más de los que se va a la cárcel o termina rico y fugado del país”.
Más allá de generar confusión sobre el rumbo de su gobierno, no hay espacio en el que se pueda pensar que la designación de Belmont pueda contribuir a mejorar la presidencia de Castillo.
RBC tiene un nexo sólido con Vladimir Cerrón, por cuyo partido fue candidato municipal en Lima, y con quien compite en arrogancia y vanidad.
Belmont representa todo lo que no debe ser alguien que integre un estado moderno, honesto y respetuoso de la dignidad de la persona: homofóbico, machista, misógino, xenófobo, antivacunas (“cada vacuna que te metas te puede dejar estéril, impotente, y cambiar tu ADN”), conservador, ególatra, sin respeto por la libertad de expresión, mentiroso, y que carga el peso de una tremenda mancha en su transparencia, de lo cual pueden dar fe miles de errebecistas a quienes dejó tirando cintura.
Si fuera un rival que trae capital político –en votos del congreso o en prestigio–, Castillo se podría tragar el sapo de trabajar con quien lo ha insultado, pero eso no es, obviamente, lo que aporta Belmont, quien también viene de denigrar a la premier Mirtha Vásquez justo cuando ella necesita ser fortalecida.
Lo cual, además, mella la cohesión del equipo presidencial, pues pone en cuestión, otra vez, a las aliadas ‘feministas’ de su gobierno, quienes ahora deben tragarse un sapo peor, incluso, que el expremier Guido Bellido.
Rodearse de gente así habla mal de los valores que defiende el presidente Castillo, quien más temprano que tarde probará con Belmont el sabor de la traición y del ataque artero, que es la curiosa especialidad del ‘hermanón’.
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