Pasos de tortuga

Dos noticias algo melancólicas en la economía. En Venezuela las cosas se están recuperando, un poquito y luego de casi un decenio. En Cuba se han abierto algunas nuevas puertas a los negocios privados, pequeños y medianos. Son señales, pero no se sabe todavía hacia dónde pueden llevar, y en cuánto tiempo.

Una nota en la primera plana de El País recibe la novedad venezolana con indisimulada ironía: “primeras señales de vida después de ocho años”. Se atribuyen las mejoras a un grupo de asesores cubanos y a algunas medidas básicas de disciplina monetaria. Así la inflación podría reducirse a 1,000% este año (fue 30,000% hace solo cuatro).

Los problemas son de otro tipo en Cuba, donde el régimen viene lanzando modestísimas reformas económicas desde que Raúl Castro llegó al poder en el 2006. La isla es todo menos indisciplinada, pero el sistema político y la omnipresente economía estatal no han sido buenos promotores de la iniciativa privada.

Hay en la región ejemplos de que no es la izquierda misma la que produce performances económicas terminales como las de los dos países. En Bolivia, Brasil o Ecuador gobiernos de izquierda han mantenido sus economías y niveles de vida a flote. Lo hicieron manteniendo los sistemas democráticos recibidos, y evitando tentaciones populistas y totalitarias.

Sin duda no tenemos que ir muy lejos para recordar gobiernos de derecha que han producido serias catástrofes económicas. Esas crisis no han sido ni remotamente la mayoría, y todas han sido transitorias, ninguna vitalicia. A pesar de sus defectos, la democracia ha sido mejor noticia que las dictaduras de discurso revolucionario.

Mucho de esto está hoy en discusión en el Perú. La llegada a los medios y las redes del tipo de discurso acuñado en Cuba o Venezuela ha colocado sobre el tapete los peligros de un tipo específico de izquierda. Precisamente el que con tiempo o recursos disponibles no ha logrado entregarle un pasar aceptable a la población, y no solo en América Latina.

La región viene de dos decenios de importantes mejoras, para todas las clases, en la mayoría de los países. En algunos casos incluso con gobiernos de izquierda. Pero en ningún caso con la supresión de las libertades desde un partido único.