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Pedro Francke, la nueva etapa

“Francke sigue siendo un punto a favor de la confianza de los inversionistas. Pero se va a necesitar mucha más tranquilidad que la actual para que el mundo de los negocios se eche a andar con el entusiasmo de otros tiempos. Esto último solo puede darlo Pedro Castillo mismo”.

Suena paradójico, pero la situación de Pedro Francke puede haberse complicado. Es cierto que ahora tiene más amigos en el gabinete. Pero con menos ruido político las exigencias al MEF van a crecer y diversificarse. No solo en la calle, sino en los propios ministerios. Vamos a ver más presiones populistas por todas partes.

Francke aún es visto como el tecnócrata que le resolvió las cosas al gobierno en la primera hora. Su imagen personal le dio a Pedro Castillo la credibilidad económica necesaria para echarse a andar. Mantuvo las cifras más o menos en su lugar, y sobrevivió a los ataques del ala izquierda. Con todas sus limitaciones, ha sido una performance memorable.

Además ha ganado la batalla por mantener a Julio Velarde en el BCR y nombrar a tres directores idóneos para el banco. Es un avance para la necesaria ortodoxia monetaria, pero eso no está garantizado. La mayoría que necesita a Velarde puede verse desafiada con los nombramientos que vengan de la votación en el Congreso.

Luego de los triunfos iniciales, viene el día a día administrativo, en un contexto desfavorable. El país enfrenta presiones inflacionarias, efectos paralizantes de la pandemia, y un sector privado que desconfía del gobierno. La recuperación económica existe, pero es en buena parte un efecto estadístico, el rebote frente al horroroso 2020.

Como ministro clave, el titular del MEF en cierto modo lleva la carga de varias carteras importantes en términos de la presión por el gasto. La caja fiscal ha venido siendo mantenida en buen nivel por los buenos precios de los minerales, pero eso puede variar, y volver recomendable una política económica de austeridad.

No todos los efectos de la pandemia pueden ser solucionados desde el MEF. Son muchos los sectores de la economía que, con razón o sin ella, ven sus negocios innecesariamente afectados por las disposiciones de las autoridades sanitarias. Por otro lado, la crisis de inversiones es un asunto más político que económico.

Francke sigue siendo un punto a favor de la confianza de los inversionistas. Pero se va a necesitar mucha más tranquilidad que la actual para que el mundo de los negocios se eche a andar con el entusiasmo de otros tiempos. Esto último solo puede darlo Pedro Castillo mismo.

La República

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