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Castillo en modo de comediante

La única ruta del mamarracho que hoy preside es el abismo.

Parece broma de mal gusto que el presidente Pedro Castillo se jacte de que su gobierno no tenga hoja de ruta, aunque, por el desmadre en progreso, que en solo dos meses ha puesto al Perú en el atolladero, su comentario suena a chiste cruel de comediante mediocre.

“Compañeros, no podemos traicionar al pueblo, acá no hay una hoja de ruta, acá no hay un centrismo, acá no hay que ‘voltéate a la derecha’, acá manda el pueblo, y por eso se necesita ratificarnos con firmeza que primero está el pueblo, en segundo lugar está el pueblo, en tercer lugar está el pueblo”, dijo el presidente Castillo en Sacsayhuamán el domingo, con pose de estadista de sainete, anunciando una pomposa segunda reforma agraria que solo es un conjunto de medidas en general correctas pero muy insuficientes.

Sin embargo, el comentario de Castillo es, en un sentido, preciso, pues su gobierno carece del rumbo que podría darle una hoja de ruta, aunque lo correcto sería decir que es un mamarracho que está destruyendo al Perú.

Paralizado por pugnas internas entre mediocres afiebrados, con un presidente que se esconde de la prensa a la que su gobierno vilipendia, y sin liderazgo ni para despedir al premier alocado que lo desmiente, insulta y traiciona, al frente de una administración que, con pocas excepciones, hace agua, desde la cultura hasta la energía.

Pero Castillo alude a la ‘hoja de ruta’ para alejarse de la derecha y el centro, queriendo diferenciarse del gobierno del presidente Ollanta Humala, y, en eso, también tiene razón, pues el adefesio que él preside no tiene punto de comparación con un régimen que fue, por donde se lo vea, muy superior al desastre actualmente en marcha.

El gobierno de Castillo no es izquierda, sino desgobierno sin rumbo solo elogiado, sin fundamento, por los mismos izquierdistas a los que Humala debió desembarcar a los pocos meses para lograr éxitos razonables sobre, por ejemplo, economía o democracia.

Es más, si Castillo tuviese alguna sensatez y coraje para gobernar, podría dar el paso audaz de nombrar a Ollanta Humala de premier en vez de ese mequetrefe de Guido Bellido, con el fin de ordenar un gobierno y un país que hoy naufragan, entre la mediocridad ambiciosa y el Movadef como inspiración.

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