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Lo implícito en la política exterior

“Sobre el encuentro con Nicolás Maduro, destacó que este se produjo en el marco del principio de igualdad jurídica de los Estados”.

El canciller Óscar Maúrtua hizo el martes en el Congreso una contundente aclaración y defensa de la política exterior del Perú con respecto al restablecimiento de las relaciones diplomáticas con la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y la reunión reservada que tuvo Pedro Castillo con su par venezolano Nicolás Maduro durante la Cumbre de la Celac en México.

Con respecto a la RASD despejó las insinuaciones sobre el reconocimiento del gobierno a un grupo terrorista, como insinuaron representantes de la oposición. Les explicó que dicho reconocimiento tiene como base el pleno respeto al derecho internacional, el principio de la libre determinación de los pueblos, que es reconocida por 84 Estados, y que no está en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea ni de EEUU. Les recordó que fue Fernando Belaunde Terry quien inició las relaciones diplomáticas en 1984, las que fueron suspendidas, rompiendo la tradición diplomática del Perú, en 1996.

Sobre el encuentro con Maduro, destacó que este se produjo en el marco del principio de igualdad jurídica de los Estados, así como de la Declaración de Principios Referentes a las Relaciones Amistosas y a la Cooperación entre los Estados (1970). Agregó que, como en todo espacio multilateral, se producen encuentros espontáneos, y que en esta oportunidad se abordó el tema migratorio.

Consultado sobre el Grupo de Lima, señaló que este había cumplido un ciclo histórico que culminó cuando Juan Guaidó dejó de ser presidente de la Asamblea Nacional el 5 de enero y que las negociaciones para poner fin a la crisis democrática y humanitaria pasaban por el diálogo que tenía lugar entre la oposición y el gobierno venezolano, en México, con la intermediación de Noruega. Tiene razón.

A fines de junio los más altos representantes de la diplomacia de Estados Unidos, la Unión Europea y Canadá firmaron un acuerdo en el que implícitamente reconocían el fracaso de la estrategia de Trump en Venezuela. Es probable también que fueran conscientes del ridículo que hacían en reconocer –desde que Guaidó dejó de ser presidente de la Asamblea Nacional– a embajadores que no tenían representatividad alguna.

Recomendaron entonces que la solución a la crisis en Venezuela pasaba por negociaciones entre venezolanos en el marco de su Constitución –en un implícito reconocimiento a Maduro– que tienen lugar en México. En sintonía con estos países, Perú también ha avalado el diálogo. Pero no todos lo apoyan. Los sectores de derecha a nivel internacional intentan sabotearlo. El presidente colombiano, Iván Duque, opina que “cualquier acuerdo que consolide la dictadura será una tragedia continental que solo promoverá el éxodo y la miseria”.

En esa misma línea el senador estadounidense Bob Menéndez, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Congreso, impulsó una declaración que acompañaron sus pares de varios países europeos en la que exigían elecciones legislativas y presidenciales, las cuales no forman parte de la agenda. La Constitución prevé un referéndum revocatorio a la mitad del mandato y Maduro ha manifestado estar dispuesto a someterse a él en 2022. Asimismo, la tercera ronda de las negociaciones del fin de semana estuvo a punto de sucumbir después de que la primera ministra de Noruega, Erna Solberg, del derechista partido conservador, denunciara la situación de los derechos humanos en Venezuela. Por ser árbitro de las negociaciones, Solberg tuvo que retirar sus palabras.

Lo que no fue respondido en el Congreso es la situación del embajador de Juan Guaidó en el Perú. Las relaciones diplomáticas con Venezuela configuran una suerte de bigamia pues en los hechos se reconoce la legitimidad de Maduro, pero las relaciones diplomáticas se mantienen solo a nivel consular. Estados Unidos y la mayoría de países que reconocieron la presidencia interina de Guaidó convalidan a sus representantes diplomáticos. Una paradoja que probablemente se resolverá en la medida que avance el diálogo en México.

Infografía - La República

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La República

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