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Sigue siendo el mal menor (¡Uf!)

“Por ahora las encuestas solo reflejan una desaprobación considerable en Lima, más no en muchas provincias, en particular del sur”.

Cuando las papas queman a tan alta temperatura como las que tiene en sus manos el presidente Castillo, siempre se puede contar con Fuerza Popular para que proporcione un bálsamo. En el momento en que los silencios y el festival de indecisiones de la presidencia arreciaban, la derecha peruana invita a Vox. Es decir, la extrema derecha, fascista, misógina y xenófoba española. Para muestra un botón: su campaña contra la ayuda a los “menas” (menores extranjeros no acompañados) haría las delicias de Goebbels. En un afiche en la Puerta del Sol, en el corazón de Madrid, comparaban la ayuda a tu abuela con la que reciben los citados menas (diez veces más según el citado afiche). Todo falso, como recomendaría el jefe de publicidad de Hitler.

Como comentaron en España: cambien “menas” por judíos o musulmanes y estamos en la Alemania nazi. Buscar chivos expiatorios entre las poblaciones más vulnerables e indefensas es uno de los recursos más manidos del repertorio fascista. Pues bien, esos fueron los invitados de honor de FP, con quienes Keiko Fujimori se tomó sonrientes y coloniales fotografías.

Esto debe haber sido un balón de oxígeno para un Gobierno enredado en un huaipe de contradicciones, las que pronto les pasarán factura en el sentido literal. Por ahora las encuestas solo reflejan una desaprobación considerable en Lima, más no en muchas provincias, en particular del sur. Pero la ausencia de inversión privada ineluctablemente se hará notar en desempleo, subida de precios y, sobre todo, pobreza y hambre. Precisamente aquellos problemas endémicos para cuya eficiente resolución fueron elegidos Castillo y Perú Libre.

Entonces no habrá Vox ni Evo Morales que los rescate (salvando las enormes distancias). Mientras el presidente siga refugiándose en ese silencio estuporoso, algunos –cada vez menos– le seguirán otorgando el beneficio de la duda. Ahí están las actas del Consejo de ministros para demostrarlo: Castillo apenas interviene. Más aún, tal como ha observado Carlos León Moya: Guido Bellido es un moderado socialdemócrata en esas reuniones, en contraste con su personaje público, radical e insolente. Cuando el mandatario ya no pueda seguir amurallado en ese bastión mental y tenga que hablar con decisiones, se enfrentará al temible predicamento de Mark Twain: “Es mejor quedarse callado y pasar por tonto que abrir la boca y disipar dudas”.

La República

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