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Populismo en Guadalajara

“La pelea pasa por profundizar mecanismos políticos de inclusión. Más que gestos ‘desde Lima’ se trata de dar el uso de la palabra”.

Un refrán haitiano dice “apre dans, tanbou lou” (después del baile, el tambor pesa). Conocida la desinvitación de nueve escritores, la mayoría mujeres (Karina Pacheco, Katya Adaui, Gabriela Wiener, Ch’aska Anka Ninawaman, Carmen McEvoy, Nelly Luna)y las virulentas reacciones desatadas en redes, sacamos en claro que el daño está hecho: el entredicho, las renuncias que siguieron al maltrato han mermado la participación del Perú en la FIL Guadalajara.

El ministro Gálvez parece no darse cuenta de la repercusión de su acto. El “viaje” a Guadalajara no es, como cree, un “bono” del Estado sino que es parte del esfuerzo por apuntalar agendas culturales.

Gálvez hace populismo estéril, para levantar el polvo. No era necesario desinvitar a los escritores, bastaba sumar nombres. En la segunda lista nuevas figuras enriquecen nuestra narrativa pero también está Rubén Apaza, candidato de Perú Libre al Parlamento Andino. Un no-escritor que irá a la FIL en “representación” ¿de quién?

Limitar la discusión a la pugna entre la primera lista y la segunda o limeños vs.“provincianos” es quedarse en lo adjetivo. Cierto, existen grupos de presión en el ámbito editorial y también redes con peso y relaciones de reciprocidad y amistad que influyen en decisiones, algunas arbitrarias, que se toman “desde Lima”. Pero esto se puede decir de cualquier territorio. En Cusco, donde viví cinco años, las denuncias contra “argollas” enquistadas en el poder eran el pan de cada día. No se trata pues de reemplazar unas “argollas” omnipresentes por otras, ¿o sí?

Denunciarla ”argolla limeña”y favorecer la propia no es luchar contra el privilegio, es desplazar el privilegio. Denunciar el arbitrario gesto del ministro Gálvez sin tocar la exclusión centralista es mirar a otro lado sin entender la bronca embalsada.

La pelea pasa por profundizar mecanismos políticos de inclusión cultural. Más que gestos “desde Lima” se trata de dar el uso de la palabra: institucionalizar procesos de consulta que incluyan a gestores culturales, editores, académicos de las otras regiones. Y hacer públicos los criterios de selección adoptados en la confección de las listas, de la primera, segunda y otras.

Es valioso el gesto del escritor Juan Carlos Cortázar que, en carta al ministro, renuncia formalmente a su “privilegio” (ir a la feria) y defiende la apuesta por políticas públicas que enfrenten desigualdades en el campo cultural. Una decisión que vale más que mil pronunciamientos.

Como también es significativa la determinación de otros trece invitados que, en acto solidario, han desistido de participar en la FIL Guadalajara.

Esta apuesta política no fuerza a nadie. Mal haríamos en estigmatizar a los autores que, fuera del mainstream o dentro, han bregado por el reconocimiento que hoy tienen y van a la feria con la mayor ilusión. A ellos, los mejores vientos.

La República

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