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Amar al enemigo

“Sí, Jesús habló de amar hasta al enemigo, lo cual es una gran diferencia entre el cristianismo y las otras religiones...”.

Los sectores más conservadores son también, acaso por eso mismo, los más cristianos o, al menos, los que más ventilan ser creyentes como parte de su identidad. Se puede decir que hay una tendencia en el sentido de que este es el sector de la población que siente más repudio visceral, más odio, a ese enemigo público que, sí, casi todos odiamos y repudiamos: Abimael Guzmán, el líder del inefable Sendero Luminoso.

Salvo algunas posturas disonantes y perturbadoras, suele haber consenso en el rechazo hacia la figura de este criminal, pero no frente a cómo debemos procesar, como sociedad, su muerte y, más aún, qué hacer con la papa caliente de su cadáver. Son muchos los que quieren incinerarlo, arrojar sus cenizas al mar y cuanto más cristianos, más lejos quieren arrojarlas. El episodio de su muerte polariza, por enésima vez, a los peruanos, nos quema. La doctrina cristiana, sin embargo, estipula la solución espiritual a este atávico entuerto que moviliza tantos sentimientos primitivos: amar al enemigo.

Sí, Jesús habló de amar hasta al enemigo, lo cual es una gran diferencia entre el cristianismo y las otras religiones del libro como el judaísmo y el islam. Amar al enemigo, como mandato divino consagrado en el Nuevo Testamento, evangelio de Mateo, fue revolucionario para la espiritualidad. Jesús nos invita a renunciar a cualquier tipo de venganza, corrige el Antiguo Testamento, que sí habla de venganzas, y nos propone el heroísmo moral, tal vez la única perspectiva desde la cual podamos aceptar, cristianos y no cristianos, que Guzmán es un ser humano y por más malévolo que haya sido, también es, de acuerdo a la doctrina, hijo de Dios y merece el perdón.

De acuerdo a muchos estudiosos seculares de la Biblia, el amor a los enemigos fue un mandato propio y característico de la predicación de Jesús. Esta radicalidad de desprendimiento distingue las palabras de Jesús de Nazaret de todas las concepciones anteriores que no ostentan nada parecido en sus textos. Amigos y amigas que se proclaman cristianos a viva voz, revisen y procesen las enseñanzas de Jesús.

La República

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