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El BCR, una tabla de salvación

“Velarde no es irreemplazable, pero ha demostrado ser muy bueno en el cargo. Cambiarlo no tiene por qué precipitar una catástrofe monetaria, siempre y cuando el designado por Palacio sea alguien con similar versación, respeto por la autonomía del BCR…”.

Poner presidente y tres directores en el BCR quizás es un trance difícil para Pedro Castillo. La designación es por cinco años, el cuerpo de banqueros es autónomo, la tarea exige una fuerte especialización. El BCR, que puede discrepar del MEF, cae fuera de la esfera del Ejecutivo. Quizás Castillo sienta todo eso como arrancarse el sombrero de cuajo.

Pero para un mandatario en la situación de Castillo un buen equipo en el BCR vale, casi literalmente, oro. No es una exageración decir que Julio Velarde ha sido la presencia que más ha servido para comunicar confianza al público en un contexto de inestabilidad gubernamental. No está claro si el propio Castillo lo reconoce.

Velarde no es irreemplazable, pero ha demostrado ser muy bueno en el cargo. Cambiarlo no tiene por qué precipitar una catástrofe monetaria, siempre y cuando el designado por Palacio sea alguien con similar versación, respeto por la autonomía del BCR, y que pueda transmitir vibraciones tranquilizadoras al capital privado.

Ese tipo de persona existe, incluso en la propia izquierda. Aunque como vamos viendo el estilo presidencial, tampoco nombrarla sería cosa fácil. Siempre estará la tentación de nombrar un allegado, algo que hasta ahora ha demostrado producir logros pírricos. Además el BCR es mucho más importante que, digamos, el ministerio de Trabajo.

De otra parte, de poco servirá tener a una figura idónea en el BCR si los seis directores que lo rodean no han sido también escogidos con cuidado. Son tres por el Ejecutivo y tres por una votación en el Congreso. Si de allí el presidente no logra articular una mayoría, el banco se puede volver inoperante en temas y momentos decisivos.

Ayudar a conformar un BCR independiente sería para el Ejecutivo el mejor mensaje a los mercados, en el sentido de que no hay intención de eventualmente poner en marcha un festival económico populista. Además hablaría del deseo de mantener una moneda relativamente dura, hasta donde los tiempos, locales y de fuera lo permitan.

En cuanto a los congresistas opositores, también se espera de ellos que tomen muy en serio la elección de sus figuras en el BCR. Es decir que eviten la patería partidaria, no sea que un parto de los montes produzca un ridículo ratón.

La República

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