La visibilidad no basta

En un conversatorio reciente –”La democracia interrogada”–, organizado por el programa Conexiones de la Sociedad Peruana de Psicoanálisis, dirigido por mi colega Fryné Santisteban, tuve el agrado de compartir la mesa con Alberto Vergara (puede verse en YouTube). Ambos coincidimos en un panorama sombrío y pesimista acerca de la situación actual. Pero también concordamos en un punto rescatable: la visibilización de personas y escenarios que han sido negados, ninguneados o despreciados en nuestra sociedad.

El ascenso al poder –sin fraude alguno– de Pedro Castillo, un profesor de Chota de origen campesino, es un dato y un conjunto de imágenes capaces de cuestionar la narrativa dominante del bicentenario. El problema es que, tal como lo demostró Freud, la toma de conciencia es solo el inicio del trabajo. Indispensable, pero insuficiente.

Si no da lugar a un proceso transformativo de elaboración, la emergencia de esa parte “sabida no pensada”, como dice el psicoanalista Christopher Bollas, se perderá y retornará a la penumbra inconsciente, a la alucinación negativa.

Peor aún si el Gobierno es un manojo inextricable de contradicciones y, tal como lo revela el último número de Hildebrandt en sus trece, posee conexiones con sectores violentos partidarios de soluciones radicales. Cierto, era iluso pensar que tras tantos años de desprecio racista –en la teoría y en la práctica– llegaría al poder una izquierda democrática e ilustrada a lo Pepe Mujica. Peor aún, esa izquierda parece estar cómoda con las astracanadas de Guido Bellido, los desplantes vanidosos de Vladimir Cerrón o los desafíos al presidente de parte de Guillermo Bermejo. Cuestionar la firma de un acuerdo con Usaid por ser una sumisión al imperialismo es tan retrógrado como tener a solo dos mujeres en el gabinete. ¡O bien plantear un taller sobre género entre los ministros! Esto es casi tan grotesco como la gimnasia de PPK y su gabinete en el frontis de palacio.

En una entrevista en La República, el ministro de Salud, Hernando Cevallos, alega que se dedican demasiadas portadas a asuntos como el “chiste” machista del premier Bellido. Sin negar su gravedad, insiste en que deberíamos centrarnos en las acciones efectivas. Sin proponérselo, pone el dedo en la llaga: ¿dónde están esas acciones? Ese vacío, empezando por el silencio del presidente Castillo, se está trayendo abajo una oportunidad inmejorable de introducir cambios impostergables en nuestro país. Para gobernar no es imprescindible una Asamblea Constituyente.