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¿Salvando una isla económica?

“Como suele suceder, los tropiezos en las gestiones sectoriales se van a traducir en argumentos contra el Ejecutivo en el Congreso. Aun en el caso improbable de que la confianza sea dada, eso pronto vendrá seguido por una cadena de interpelaciones…”.

Quizás algún día sepamos qué conversaron Pedro Castillo y Pedro Francke en las primeras horas del pasado día 30. Falta saber todavía si la vuelta del economista a las filas del gobierno va a poder frenar el shock económico causado por el nombramiento de Guido Bellido a la PCM. Da la impresión de que el daño a la confianza de la inversión ya está hecho.

La respuesta de los mercados al giro de Castillo ha sido una reacción automática, no una estrategia. Pero bien puede volverse una estrategia por el camino, como sucedió frente a las políticas del primer Alan García. La capacidad tranquilizadora que había demostrado Francke en la economía se va a ver muy debilitada por lo que acaba de suceder en la política.

Sin embargo el tándem Francke en el MEF y Julio Velarde en el BCR podría hacer cosas para mitigar el drama económico, siempre y cuando el esquema pueda resistir las presiones de Vladimir Cerrón, que ya los declaró “Chicago boys”. Pero también hay que considerar las presiones populistas de Castillo, que iban a darse de todas maneras, y que ya vienen anunciadas en el primer mensaje.

Algunos argumentos en torno al regreso de Francke son imaginables. Un sentido de responsabilidad frente a peligros mayores en la economía. La promesa de que Bellido y el ala dura de Perú Libre pueden ser puestos bajo control. La oferta de una relación especial con el presidente. En cualquier caso es obvio que se ha sacrificado, lo considere así o no.

Ahora Castillo tiene un gabinete completo, pero también la garantía de que le va a traer dificultades. Una probable negativa del Congreso a entregarle la confianza será el primero, pero no el único. También está la aparición bajo los reflectores de algunos ministros que se prestan al cuestionamiento y anuncian problemas de toda índole.

Como suele suceder, los tropiezos en las gestiones sectoriales se van a traducir en argumentos contra el Ejecutivo en el Congreso. Aun en el caso improbable de que la confianza sea dada, eso pronto vendrá seguido por una cadena de interpelaciones, y por cierto también de censuras a ministros. Una situación que evidentemente no es de quitarse el sombrero.

La República

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