La conformación del primer gabinete del presidente Pedro Castillo es el punto inicial de la agenda que se abrió el lunes con la promulgación de la fórmula ganadora y concluye con el mensaje del 28 de julio, cuando se trazarán las acciones de gobierno de los primeros cien días.
Ha sido el propio presidente electo quien ha señalado que se armará con representantes de todas las tiendas políticas. “Este espacio es para hacer un gobierno de todos los peruanos, de todas las sangres”, ha prometido. Las especulaciones crecen con las horas, pero consideramos que existen algunas condiciones básicas para una buena selección de quiénes tendrán a su cargo las políticas sectoriales en este primer gabinete ministerial. Esperamos que cuente con los mejores técnicos que se tendrán que elegir entre quienes tienen probadas capacidades y que, además, entiendan que se trata de prestar los mejores esfuerzos personales y profesionales para servir a los ciudadanos. Esperamos que criterios del tipo de “la repartija” no sean válidos para que los técnicos puedan gestionar de la mejor forma la marcha del país en el día a día.
La promesa de mantener a Julio Velarde en el BCR fue tomada como una buena señal básicamente porque mostraba la voluntad de mantener la moderación en un clima altamente politizado y beligerante. La decisión de elegir un gabinete técnico profesional intachable y equidistante de los extremos polarizados del país también abonaría para este rápido giro de timón que demandamos.
Evidentemente, el nuevo gobierno requiere de buenos voceros políticos, que asuman el compromiso de aportar al debate nacional y de proponer y plantear acciones desde la óptica del Ejecutivo para ir engrosando la agenda nacional, que ahora recoge mucha demanda y pocas soluciones. La pandemia nos ha puesto entre la urgencia y la emergencia en materia de salud, educación, empleo y reactivación económica.
Es prioritario que tanto técnicos como políticos en este gabinete de ancha base –donde impere la equidad de género y la vocación descentralista– converjan en la voluntad de reconstruirnos desde la racionalidad del diálogo y la vocación de servicio. La parálisis se ha extendido por demasiado tiempo y es la hora de la acción con objetivos claros y del compromiso con el cien por ciento de los peruanos, no con el 50% y algo más que votó por el lápiz.