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La derecha ilustrada

“Frente al Palacio de Justicia hay un camping. Carpas con mullidos colchones y perfumados baños con respetables señoras y sus empleadas que degluten un delivery KFC. Están contentas porque ha llegado Keiko”.

La victoria de Pedro Castillo ha encadenado a los conservadores del Perú. A los del ADN fujimontesinista, a los del miedo ante el comunismo, a los empresarios de la Confiep. A personajes licenciosos que se han ungido de demócratas de siempre. Digo de la desgastada Lourdes Flores que hoy culmina su existencia apoyando un golpe. Esa bribonada contra el profesor rural y más de la mitad de peruanos que votaron como ciudadanos dignos y democráticos y en una república de los ajenos y la libertad de los diferentes.

¿Diferentes? Sí. Los de la extrema derecha. Aquellos que añoran el pasado y la tradición. Los criollos de la independencia que no reconocen la igualdad entre los humanos. Los de la regresión social que se traduce en racismo, xenofobia y antifeminismo. Que se transcribe en autoritarismo cuando peligran sus intereses y así tocan la puerta de los cuarteles para la intervención de las Fuerzas Armadas. No exagero. Eso está pasando hoy en el Perú, más una prensa –a lo Trump– que exhibe lo mejor de los fake news y la posverdad. Cierto, antes era el pavor a Venezuela, hoy es a Cerrón.

Y estos peruanos del conservadurismo radical insisten en una visión retrógrada del país. Y cierto que tiene sus adeptos y sus fachos. Y lucen sus lenguajes e insignias propios de la pendejada y las cavernas. Los conozco bien. Fui profesor en la Universidad de Lima por 15 años. Y los jóvenes llegaban de sus colegios particulares con una miopía alucinante. “Es que así hablan mis papás”, decían. Obtusos no por su culpa, entraron en trompo cuando tuvieron que decidir entre PPK y Keiko.

Pero quién se opone al pensamiento de derecha. Nadie. Existe en todo el mundo. Pero en el Perú esa opción atravesó el fujimontesinismo y hoy se luce en la presencia escatológica de un López Aliaga, millonario, célibe y operador del Opus Dei. Una derecha sin ilustración, mercantilista y rentista. ¿Sabrán los derechistas de mi país del civilismo, de la república aristocrática o de la UR y su vocación totalitaria? ¿Conocerán del fascismo intelectual en José de la Riva-Agüero o Raúl Ferrero Rebagliati? No. Solo ven ‘Esto es guerra’.

Frente al Palacio de Justicia hay un camping. Carpas con mullidos colchones y perfumados baños con respetables señoras y sus empleadas que degluten un delivery KFC. Están contentas porque ha llegado Keiko. Entonces cantan el himno nacional y se pasan la botella de whisky. Les encanta la democracia.

La República

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