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Sueños armados

“El militarismo suele presentarse en sociedades con sistemas políticos aún inmaduros o en coyunturas de desorden o confusión”.

Respeto mucho a los militares porque tienen las agallas vocacionales para defendernos en tiempos de guerra externa o interna. Como se dice, son ellos, no los únicos, por cierto, los que ponen el pecho y hasta la vida cuando ese tipo de papas queman.

Mi agradecimiento será eterno para ellos, desde los tiempos de Grau hasta nuestros días. Esto no significa que, por el solo hecho de ser militar, el ciudadano armado con nuestros impuestos está por encima del bien y del mal, pero en ocasiones como esta coyuntura electoral eso es lo que parece con tanto ayayero capitalino.

Por otro lado, nadie obligó a los uniformados a la vida castrense, nadie les puso una pistola en la sien para que usen los tanques, los rifles o los aviones, así sea solo para nuestro inefable desfile militar de cada 28 de julio o firmar el acta de sujeción a Montesinos. Lo bueno y lo malo de nuestra historia castrense, es harto conocida.

Ser uniformado y prepararse para la guerra es una elección, no una obligación, por si acaso. El militarismo suele presentarse en sociedades con sistemas políticos aún inmaduros o en coyunturas de desorden o confusión.

De allí que se considere su surgimiento como un síntoma de atraso o debilidad del sistema político y la sociedad de un país y eso es lo que está ocurriendo con la neo derecha extrema peruana que ahora, ante el pánico, se arrima sin pudor a quienes, como si fuesen los portadores de falos dominantes y guías, ostentan o han ostentado, si es que están en retiro, el poder de las armas.

Con ellos el proyecto de derecha extrema, que se está formando en el Perú, se siente seguro porque como es totalitarismo lo que les sale del forro de su pavor respecto a la otredad, nada mejor que apapachar a los armados para sentirse los matones del país y amenazar cualquier posibilidad de cambio democrático.

La derecha extrema que me rodea en mi barrio, en los chats del colegio, de la universidad y hasta familiares, sueña con un golpe de Estado, con que los militares pongan orden, que metan bala, que preserven el inmovilismo. Ha sido patético escuchar a líderes políticos como Alfredo Barnechea, recogiendo ese sentir y perder la dignidad republicana y civil ante una forzada alianza con las armas. Los militares heroicos, de verdad, saben que los están utilizando cobardemente.

La República

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