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La gentita del Regatas

“La única razón para que la organización criminal siga operando es que el engranaje y soporte de Fujimori-Montesinos continúan activos y con decenas de ramificaciones aun con los dos en la cárcel”.

Escribe Carlos Noriega en Página 12 de Argentina: “La vuelta del monje negro, Vladimiro Montesinos, el operador sucio de Fujimori, ahora trabaja para Keiko”. Y añade que desde su celda quiere dar vuelta a la elección que acaba de ganar Pedro Castillo y nombrar presidenta a la hija de su viejo patrón. Y se queda corto Noriega. Porque la única razón para que la organización criminal siga operando es que el engranaje y soporte de Fujimori-Montesinos continúan activos y con decenas de ramificaciones aun con los dos en la cárcel.

En el tinglado, sus cómplices, histéricos y desesperados, siguen clamando por el fraude sin ninguna prueba. Una vergüenza. Ahora que la política está exhausta y sus discursos jadeantes. Hoy que el Perú adolece de ideologías y todo funciona como tribus hegemónicas, castas y herencias nauseabundas. Ya sé que en el Club Regatas no aceptan que un profesor rural sea presidente. Y más de la mitad del país hubiera querido a otro. Pero Castillo es el que salió elegido y, con mafias o no, nos gobernará por cinco años. Me pongo en plan de consolador. Entiendo así a los peruanos que, por ingenuidad, ignorancia y miedo –y hablo de humildes y ricachones– votaron por la hija de dictador Fujimori y solo me queda como reflexión que ellos pensaron que esa señora había cambiado, que era harina de otro costal. Pero no. Ahí y aquí está demostrando su ponzoña para enlodar un proceso limpio y ejemplar. Y ahí luce su pandilla de sujetos expulsados de la historia que han resucitado para dinamitar las instituciones con las artimañas más abyectas y repugnantes.

E insisto en que el terreno es propicio para que la mafia fujimontesinista siga vigente y se muestre vigorosa con sus conexiones en un sector del empresariado, de las FF. AA., del poder judicial, de la prensa y de las organizaciones más humildes del Perú. Y dominante, la gavilla impone sus métodos en un país que no ha terminado de construir su posterioridad. El país de las culturas andinas y la criolla excluyentes. Del mestizaje inacabado y de la interconexión imposible.

Y oigo desde el Regatas los lamentos. Y se victimizan y se erizan. Y los militares en retiro también andan tensos. Y en la Confiep hay llanto e imprecaciones. Y entre barras bravas con pataleta y hordas sentimentales excitadas, les pido calma. Que como en los temblores, agarren su mochila. Porque si existe todavía democracia, acepten que perdieron.

La República

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