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Carta abierta a Pedro Castillo

Hoy, 200 años después de la fundación de una república en la que solo unos pocos se sienten representados, tenemos la oportunidad de que ese Perú mayoritariamente olvidado pueda sentirse manifiesto, percibido e incluido.

Pedro A. Castro Balmaceda.

Señor Pedro Castillo, cuasi electo presidente del Perú del Bicentenario, es momento de dejar la campaña de lado, ajustar plazos y empezar a gestionar lo que será su gobierno. Tiene una tarea complicadísima, diría que casi titánica para cumplir con ese Perú olvidado, al que usted pertenece y al que usted le llama “los nadies” y también cumplir con ese Perú que no entiende o se han creído el cuento terrorífico de que los muertos han votado, que los miembros de mesa eran zombies y que –en palabras de un especialista en criptología– existiría una organización mundial dándole soporte para hacerse del poder en nuestro país.

Señor Castillo, los peruanos, que creemos en la democracia y respetamos el voto mayoritario –así sea por uno o dos votos– no le pedimos, le exigimos, en carta abierta, que se pronuncie sobre los siguientes puntos, que creo serán trascendentes para el buen gobierno y respeto de la democracia y satisfacción de los peruanos que buscamos un país en igualdad de oportunidades para todos:

· Deslindar de todo tipo de injerencia política o influencia externa del ex gobernador de Junín, Vladimir Cerrón. De igual manera de personajes involucrados o investigados en delitos de corrupción o terrorismo. Suena absurdo pedirlo, pero el partido que lo representa tiene gente cuestionada que -bajo ningún concepto- debería tener mayor representación que la ganada en el parlamento.

· Debe recordar y ser consciente que, sin el apoyo técnico y político -previo a la segunda vuelta- del partido Juntos por el Perú, que lidera Verónika Mendoza, tal vez la presidencia le hubiera sido favorable al fujimorismo. Por lo tanto, es necesario que los técnicos de esa izquierda progresista puedan ocupar cargos determinantes e importantes en su próximo gobierno. Eso no solo le daría la tranquilidad que necesita el sector empresarial, sino que ahuyentaría la idea de que en un “gobierno de Cerrón y su Izquierda radical” estaríamos más cerca de la Venezuela de Maduro que del Uruguay del Pepe Mujica.

· Tener siempre presente –mañana, tarde y noche– que ese 49% del electorado que no votó por usted estará pendiente y esperando el mínimo descuido para enrostrarle cada error, cada falta o cada incorrección, no solo de usted o su gabinete, sino del partido que lo llevó a la presidencia. Por otro lado, ese 51% que sí le dio su respaldo, muchos del enorme antivoto que tiene Keiko Fujimori, necesita señales firmes y claras que la “Proclama Ciudadana” (mal llamada Hoja de Ruta), será la brújula que guíe su gobierno. Y eso también incluye las promesas hechas a los pueblos olvidados, a los “nadies” y a los “ningunos”, como usted les llama.

Hoy, 200 años después de la fundación de una república en la que solo unos pocos se sienten representados, tenemos la oportunidad de que ese Perú mayoritariamente olvidado pueda sentirse manifiesto, percibido e incluido. Tenemos la histórica oportunidad de unificar una nación totalmente fragmentada, desunida y en continuo conflicto social, con la firme convicción de reconciliarnos para lograr ser –por primera vez– un solo Perú.

La República

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