Senamhi: alerta roja por fuertes vientos y lloviznas

Chapa el “cau-cau”

“También se confirmó que el fujimorismo no cambia. Es siempre el fujimorismo. Es coherente: al sentirse perdido, aunque fuera por muy poquito, arremetió contra la prensa independiente”.

Por Danilo Arbilla (*)

(Club de la Unión-Lima) Una semana antes del “balotaje” escribí una columna que titulé: “Perú, conflicto e inestabilidad garantizada”. Aunque convencido, no la pasé. Opté encarpetarla por si surgían elementos que pudieran cambiar el panorama. Para nada: el Perú continúa inmerso –desde la caída de la dictadura– en un conflicto que se acentúa con el tiempo, sin importar si sube o baja el PBI o si mejora o empeora la redistribución de la riqueza.

En Perú la división e independencia de los poderes huele mucho a irascible secesión y por ahí hay que ubicar una de las causas. Y mientras tanto, los peruanos siguen divididos en mitades iguales. Es lo que dicen los números.

De poco me sirvió la espera. El difuso horizonte de antes de la segunda vuelta oscureció aún más. Como que se hizo la noche. Difícil hacer pronósticos. Habrá que esperar la salida del sol.

Lo que sí quedo recomprobado es que la mitad de los peruanos está en contra del fujimorismo y no hace asco a cualquier alianza y abrazo que puedan acabar con ese “virus”.

También se confirmó que el fujimorismo no cambia. Es siempre el fujimorismo. Es coherente: al sentirse perdido, aunque fuera por muy poquito, arremetió contra la prensa y los periodistas independientes. Es la primera de las libertades y por ahí se empieza si se quiere acabar con las restantes. Vladimiro Montesinos se los explicó bien. Seguro, es más fácil hacerlo si se detenta el poder. En el llano hay que recurrir a los conocidos y siempre vigentes, por desgracia, métodos fascistas. El escrache, la amenaza, el enchastre, el atentado. Salir a la caza de los que ven distinto. “Chapa tu caviar”, es la consigna, en esta ocasión. ¡Cómo alguien pudo considerarlo como alternativa válida!

Y Pedro Castillo, entonces, será el nuevo presidente. También por muy poquito pero avalado por la OEA y otros observadores sobre los que nunca se sabe si solo se instalaron en los lujosos hoteles de Lima pero además fueron a la selva o si a esta la dejaron a cargo de los “entendidos” de Cuba y de Bolivia. Los primeros en saludarle fueron Alberto Fernández, Evo Morales, Lula, Ortega, Rafael Correa, el Frente Amplio Uruguayo. Parece que el Foro de San Pablo no quiere que se le escape.

Lo que hará el profesor es impredecible. Si se baraja todo lo dicho en la campaña electoral y el más suavizado discurso para la segunda vuelta, y algunos tenues anuncios de estos días, la conclusión a que uno puede llegar es: no entiendo nada. Su trayectoria política –estuvo por todos lados– no da muchas pistas; nadie sabe cuánta será la influencia del partido prestado y su “pope”, y los dichos de su asesor económico no resultan del todo convincentes.

Si se mira la composición del nuevo Congreso y se sopesa todo lo que está ocurriendo en estos días, sin exagerar, la perspectiva es siniestra. Sin embargo es de estas situaciones extremas que tantas veces emergen soluciones y salidas inesperadas.

En fin, habrá que esperar a que aclare. Como decía García Márquez, “en este pueblo va a pasar algo”. Y en el Perú también.

Me imagino en el restaurante del Club de la Unión, al que nunca dejé de ir cada vez que estuve en Lima, y fueron muchísimas veces desde la década del 90. Con la Plaza Mayor a la vista y frente a mí un plato de “cau-cau”. No hay en el mundo mejor receta para preparar el mondongo. Por ser un despojo comenzó desde abajo, entre los pobres, pero enriquecido por cada pueblo atravesó barreras y clases.

Yo digo, ¿no será el momento de que la consigna sea “chapa el cau-cau” como la mejor forma de salir entre todos?

Es una expresión de deseos.

(*) Periodista uruguayo. Expresidente de la SIP

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La República

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