Mejor prensa y más diversidad

En el Perú, los medios de mayor influencia dejaron de lado la rigurosidad, “objetividad” y “neutralidad” que tanto nos reclaman a las periodistas feministas e hicieron una campaña desvergonzada antes y después de las elecciones a la candidata acusada de liderar una organización criminal. Vimos a los mismos periodistas y especialistas turnarse en programas defendiendo el modelo económico que nos llevó a estar entre los países más afectados por la pandemia.

En redes sociales y en TV vimos difundirse noticias falsas sobre un supuesto “fraude”, así como la identidad de varias peruanas y peruanos acusados malintencionadamente de suplantación y de falsificar firmas sin que a ninguno de nuestros referentes del periodismo se le mueva un pelo, sin tener ningún gesto de condena.

Pero mientras cierto sector de la prensa peruana es cómplice del racismo y el clasismo, cuando los mismos de siempre nos ofrecen una realidad distorsionada, en la Cámara de Diputados de Argentina se aprobó la Ley de Cupo Laboral Travesti Trans, un nuevo avance feminista que supone una reparación histórica a un colectivo históricamente invisibilizado y omitido. Solo resta la aprobación del Senado para que los medios públicos, privados y sin fines de lucro de ese país tengan la obligación de contratar a travestis, transexuales y personas transgénero en al menos 1% de la dotación pública.

Uno de los discursos más potentes en el debate del viernes 11 de junio fue el de la diputada Gabriela Cerruti: “Queremos que los medios sean pensados también por mujeres, por disidencias, por travestis, por trans, que hagan que el discurso que llegue a la sociedad incluya esas sensibilidades, esos pareceres, esa manera de abrazar los diferentes temas que va atravesando la sociedad”.

En el Perú, sobre todo con la difícil coyuntura actual, esto parece una quimera. Por pluralidad no solo de discursos en los medios de comunicación, sino de diversidad sexual y de identidad de género.