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No le recomiendo ese cuadro

“Si consideramos que los núcleos macartistas van a seguir existiendo por un buen tiempo en el país, estamos ante una invitación a que los artistas lo piensen dos veces antes de expresar sus opiniones políticas”.

Entre las más extrañas propuestas de boicot en estos días está la de que los fujimoristas no compren obras de artistas que se han declarado contrarios o ajenos a esa posición política. La iniciativa no es novedosa. El boicot en los terrenos del arte y el espectáculo se producen de ida y de vuelta por todo el mundo. Rara vez funcionan.

Si consideramos que los núcleos macartistas van a seguir existiendo por un buen tiempo en el país, estamos ante una invitación a que los artistas lo piensen dos veces antes de expresar sus opiniones políticas. Los izquierdistas venderán menos, los de derecha serán sospechosos de serlo para poder colocar sus obras en la parte próspera del fujimorismo.

Algo parecido puede ocurrir en todo el mercado suntuario, que se puede dividir en platos democráticos y platos comunistas, o ropa de la libertad y ropa de la dictadura, y así sucesivamente.

Como la adquisición de obras de arte es un mercado más bien restringido, en los hechos el llamado a revisar la etiqueta ideológica del artista es a los ricos, o por lo menos a los prósperos. Aunque es probable que muchos de ellos seguirán comprando como siempre las obras que les dé la gana, sin la mediación de presiones comisariales.

Se abre la cuestión filosófica de si la obra de arte necesariamente comparte la posición política de su autor. El estalinismo (como nuestros boicoteadores) estaba convencido de que sí. Los coleccionistas del mundo siempre han tendido a pensar distinto. Algunos grandes millonarios incluso han mostrado una inclinación por el artista muy radical.

Volviendo al boicot, ¿qué haría el fujicoleccionista disciplinado con las obras de artistas infractores ya instaladas en sus salones? Puede retirarlas, pero la compra ya está hecha. Las puede poner en remate a precio vil, como una forma de bajarles el precio. Pero el mercado no es ideológico, y le puede dar sorpresas.

¿Qué hacer con los grandes artistas peruanos fallecidos que fueron notorios izquierdistas en su momento? ¿Serán expulsados de algunas colecciones? Quizás para eso existe un tácito estatuto de limitaciones, medible en decenios, y los artistas infractores de hoy podrán volver a ser comprados más adelante, cuando la sensatez recupere sus espacios.

La República

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